¿Has escuchado hablar de los pueblos-compañía? En nuestro país son algo inexistente, ya que ninguna de nuestras ciudades o departamentos está directamente asociada con una compañía que les provea algo esencial para su vida. Sin embargo, esto era algo común en Estados Unidos hace algún tiempo, y hoy hay algunos casos emblemáticos en algunos lugares de Europa.
Uno de estos es Wolfsburgo, una ciudad alemana donde Volkswagen es la compañía que da vida a la ciudad. El artículo “Town and Company” de The Economist señala que este lugar carece de una catedral y a esta la remplazan dos grades edificios donde robots fabrican constantemente carros Volkswagen y los meten a contenedores. Además de esto, Wolfsburgo cuenta con un parque temático de la compañía, un lugar sumamente popular. El artículo afirma que desde el año 2000, 33 millones de personas han visitado el lugar. Tan solo en el 2015, el lugar atrajo 2.42 millones de fanáticos de los carros.
La compañía se ha encontrado en el ojo de la tormenta recientemente debido al escándalo de las emisiones de sus vehículos a diesel sobre el cual da cuenta nuestra nota “El nuevo tipo de fraude que acaba de inventar Volkswagen” y, también “Volkswagen pierde mercado en Europa” como consecuencia del escándalo. Además de esto, la ciudad de Wolfsburgo es, de por sí, polémica. Esto se debe a que su pasado es principalmente nazi, porque fue en esa ciudad donde se utilizaron esclavos de guerra para la producción del conocido escarabajo de Volkswagen.
Probablemente eso explica que residentes recién mudados y turistas de distintos países suelen referirse a la ciudad como “carente de encanto” o sencillamente “fea”.
Sin embargo, más allá de las opiniones negativas de sus residentes, visitantes, o de su pasado nacional socialista, Wolfsburgo, es la ciudad más rica de toda Alemania. Su Producto Bruto Interno percápita al año es de USD 128.000 dólares, gracias a la industria automovilística. A diferencia de otros pueblos-compañía, Volkswagen no procura alojamiento o servicios públicos a sus ciudadanos. Sin embargo, el artículo nos dice que la compañía lo impregna todo. Sus carros están por todos lados, usar otras marcas es visto como algo negativo. Además, toda la ciudad y sus actividades como cines, galerías, equipos de deporte y pequeñas compañías dependen de las inversiones de la Vokswagen para subsistir.
La ciudad, que vivió su peor momento luego de la Guerra Fría, hoy se encuentra en plena bonanza y es el lugar ideal para los diseñadores, investigadores y expertos financieros que están en busca de jugosos salarios.
Otro pueblo-compañía, aunque no no tan próspero, es Perugia con la fábrica de chocolares Perugina de Nestle, en Italia. Todo el pueblo respira de alguna forma a través de esa compañía.
Interesante concepto para analizar
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