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Desayunos y almuerzos escolares para el fin de semana

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El programa de Cambridge en Massachusetts tiene un componente que incluye loncheras para el fin de semana y el acceso de la familia del menor a un mercado libre.
12 de abril de 2016
Red star
Por qué es importante
El programa ha motivado a que mucha gente que tenía temor a reconocer sus problemas de ingresos, se sienta más cómoda recogiendo alimentos para su familia.

En muchos países con bolsones importantes de pobreza, los programas sociales son un mecanismo para mitigar las necesidades de la gente que tiene problemas para cubrirlas. En el caso de los programas de desayunos escolares, lo que se busca es cubrir la falta de nutrientes necesarios para que los niños puedan aprovechar mejor sus clases. Por ello, estos programas se realizan en los propios centros educativos.

Sin embargo, no llegan a cubrir el problema de fondo, que es la situación de pobreza de los hogares de donde provienen esos niños. En esa medida, resulta interesante conocer la experiencia de Cambridge en Massachusetts, cuyos problemas de pobreza son bastante diferentes a los que tenemos en nuestros países, pero independientemente de eso, resulta ingeniosa.

El programa tiene dos componentes: mochila y mercado, y consiste en su primera parte en extender la atención de la alimentación a dos porciones de lonchera adicionales (desayunos, comidas y aperitivos) para el fin de semana que se colocan en las mochilas de los estudiantes procedentes de las familia más pobres. Por su parte, el otro componente tiene que ver con el hecho de que las escuelas organizan mercados libres donde ofrecen alimentos que los niños pueden tomar para sus familias, según da cuenta un artículo super interesante de Fast Co.Exist

El resultado ha sido que los niños llegaban los lunes a la escuela habiendo accedido a una alimentación adecuada no solo durante los días de escuela sino también en casa, se ha reducido el ausentismo, los problemas de salud y de conducta.

Para no generar diferencias entre los alumnos, todas las familias tienen acceso al mercado libre, donde se ofrece leche, huevos, y un montón de productos frescos. La diferencia con un mercado convencional es que los clientes son niños y no necesitan dinero para comprar.

Lo bueno ha sido que el programa ha motivado a que mucha gente que tenía temor a reconocer sus problemas de ingresos, se sienta más cómoda recogiendo alimentos para su familia. El efecto para los niños ha sido más que positivo porque les permite llegar los lunes listos para empezar la semana escolar, sin sentirse débiles ni enfermos.

Esta pequeña experiencia ilustra algunas de las iniciativas que podrían tomarse en cuenta para fortalecer o repotenciar los programas sociales en el país, respecto de los cuales se espera que quien resulte elegido gobernante, sume y repotencia, pero en ningún caso que de marcha atrás, porque el logro educativo depende en buena parte de que aseguremos una buena alimentación y nutrición a nuestros niños.