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Proyecto Pietá

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El proyecto Pietá trabaja con 30 reclusos de dos penales peruanos.
18 de abril de 2016
Red star
Por qué es importante
El proyecto ayuda a algunas personas que están purgando penas por distintos delitos a participar de un programa de confección de prendas que les permita no depender de los demás para vivir.

Siempre he creído que nada en la vida es casualidad, que todo lo que nos ocurre tiene un sentido de propósito que muchas veces no identificamos en el primer momento, pero que más tarde resulta claro.

Eso es lo que pasó con Thomas Jacob, un diseñador de moda de 29 años, que un buen día aterrizó en Perú y circunstancialmente acompañó a un amigo que enseñaba francés al penal de San Pedro, conocido como el de Lurigancho, por el distrito donde se ubica, donde quedó impresionado con lo que vió y las historias de vida que conoció.

En ese momento nació la historia de lo que sería una marca de moda para caballeros hecha tras las rejas con materiales de buena calidad como algodón pima y fibras de pelo fino. Así, lo cuenta un artículo publicado en Brief. denominado Peru prisoners launch fashion label behind bars.

En aquella visita, Jacob supo que en el penal existen códigos sociales que obligan a los reclusos a pagar por muchas de las cosas básicas que necesitan, alimentos, productos para la higiene, o, incluso por la posibilidad de participar en algunas actividades. Cuando no tienes los recursos, la pasas mucho peor de lo que ya supone estar entre rejas, y, encima tienen que pagar una reparación civil.

Por eso, Jacob decidió usar su talento y experiencia para ayudar a algunas personas que están purgando penas por distintos delitos a participar de un programa de confección de prendas que les permita no depender de los demás para vivir y los ayude a mejorar su autoestima.

El Proyecto Pietá empezó en 2012 y actualmente hay 30 reclusos involucrados entre los que están en Lurigancho y las tres mujeres que trabajan desde el penal de Santa Mónica. Todos ellos confeccionan una línea de ropa masculina de estilo urbano que se vende bajo esa marca, como si fuera el propio llamado que hacen los reclusos: Pietá.

Este proyecto cuenta con el apoyo del INPE que ha permitido instalar el taller en una zona de recreo que ocupa un espacio que además tiene un significado histórico, porque fue donde hace más de 30 años murieron 100 personas en un motín provocado por miembros de Sendero Luminoso.

Gracias a este proyecto, hoy en día, estos presos han desarrollado una competencia que les brinda una oportunidad para generar ingresos independientes y un modo de reducir sus condenas.