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El Uber del porno

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El documental producido por Rashida Jones titulado “Hot Girls Wanted” ya está disponible en Netflix.
01 de junio de 2015
Red star
Por qué es importante
Las jóvenes que se inician en la industria del porno entran pensando obtener altos ingresos y suelen salir con menos de lo esperado.

La principal crítica que se le hace a los modelos de negocios de empresas como Uber o Airbnb es que trasladan importantes costos y riesgos a las personas que utilizan sus plataformas para ofrecer sus servicios de taxi o el alquiler de sus viviendas.

Esto no quiere decir que Uber no genere valor adicional a los consumidores. Gracias a que el uso de smartphones está cada vez más extendido, Uber es capaz de decirle al cliente que solicita un servicio el nombre de la persona que lo recogerá, las características del vehículo en que será trasladado, la hora esperada de recojo e incluso la localización del taxi cuando este se encuentra en camino al punto de encuentro. Es decir, las ventajas de Uber sobre la alternativa de tomar un taxi en la calle son claras. Sin embargo, para el taxista los beneficios no son tan claros. Por ejemplo, los choferes de Uber deben asumir los costos del combustible, el seguro y el mantenimiento del vehículo. Como resultado de ello se estima que alrededor del mundo, los choferes de Uber apenas consiguen obtener como ingresos el salario mínimo, sin beneficios sociales pero con algo más de flexibilidad en términos de su horario de trabajo.

En un reciente documental, producido por Rashida Jones titulado “Hot Girls Wanted” y que ya está disponible en Netflix, se puede apreciar cómo el modelo de negocio de Uber ya ha comenzado a replicarse en la industria del porno, una de las más rentables del mundo. Una vez más, utilizando las ventajas para reducir costos que permite la tecnología (como las cámaras de alta calidad y bajo costo o los sitios web como Craiglist que facilitan el reclutamiento), la industria porno puede reclutar jovencitas entre 18 y 21 años, producir videos a bajo costo y con ello ofrecer a sus consumidores alta variedad y bajo precio. Esta mayor flexibilidad para operar les permite también filmar el material en lugares donde no existen regulaciones que los afecten. Por ejemplo, se puede optar por filmar en Miami tal como se puede apreciar en el documental, para así evitar hacerlo en California donde la regulación obliga a los actores a utilizar preservativo durante las filmaciones. Es decir, ganan las empresas y los consumidores. Sin embargo, no se puede decir lo mismo respecto de los actores, pues estos deben asumir gran parte de los costos de su trabajo, incluyendo el de tratamiento médico si contraen enfermedades.

Los taxistas ven a Uber como una oportunidad de generar ingresos con flexibilidad, al igual que las jovencitas que se inician en la industria del porno. Documentales como el de Rashida Jones muestran cómo muchas veces la promesa de estos modelos de negocio no se cumple.