La omotenashi: el espíritu de servicio que necesitamos

Leyendo la nota de la BBC, titulada, The Worlds Most Polite Country, recordaba a todos mis amigos de familia japonesa y no podía sino estar de acuerdo en que ningún grupo humano es tan hospitalario o cortés que el japonés.

En mis clases de la Universidad, siempre estaban dispuestos a compartir sus notas que además eran de las mejores de la clase, prestarte un bolígrafo si lo habías dejado en casa, o contarte lo que había dicho el profesor sobre los exámenes. No había nadie que los ganara con eso.

Y es que desde la cuna, las familias japonesas enseñan a sus hijos la omotenashi que se traduce como hospitalidad japonesa y que estas definen como una combinación de cortesía con armonía.

La omotenashi es más que el Irasshaimase que es el saludo de bienvenida.

De acuerdo a la BBC, la omotenashi es una forma de vida en Japón. Eso explica que cuando están resfriados, los japoneses llevan máscaras quirúrgicas para evitar contagiar a otras personas, que cuando al lado de tu casa van a empezar a construir, los dueños del proyecto se acerquen a tu casa con una bolsa de detergente para ayudar a limpiar el polvo que este va a causar. ¿quién hace eso en nuestros países?

Lo más interesante que señala este artículo sobre el que se basa esta nota, es que ahora están trasladando esa filosofía de vida a las máquinas. En Japón, los ascensores modernos se disculpan por haberte hecho esperar, o los vehículos de taxis tienen puertas con sensores que cuando detectan a los clientes se abren amablemente.

Esto ocurre con todas las personas, pero se exagera mucho más cuando se trata de extranjeros. En esos casos, las personas se inclinan cuando se sientan a tu lado en un transporte público y hacen lo mismo al levantarse.

Uno de los testimonios recogidos en el artículo, indica que la esencia de la omotenashi es que "después de que alguien ha hecho algo bueno por nosotros, debemos hacer algo bueno por la otra persona". También hay quienes encuentran que esa hospitalidad es el resultado del ritual del té y de las artes marciales.

El artículo termina diciendo que lo maravilloso es que la omotenashi es contagiosa como el sarampión y que los visitantes terminan actuando con la misma cortesía que la que reciben.

A diferencia del sarampión, en este caso el mundo estaría mejor si hubiera una epidemia de omotenashi.