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La disciplina que no funciona

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El método de castigos y premios utilizado con los niños indisciplinados hasta el día de hoy hace más daño que bien a largo plazo, sobre todo a los niños que reciben castigos.
24 de mayo de 2016
Red star
Por qué es importante
Green sugiere separar al niño de los demás, sin castigarlo, y una vez que se haya tranquilizado, conversar con él tranquilamente.

Toda acción debe tener una consecuencia. Esta parece ser la premisa con la que se educa a los niños el día de hoy. Si te portas bien, recibes premios y felicitaciones. Si te portas mal, terminas castigado y pagando por lo que hiciste. En otras palabras, nos movemos en un sistema donde prima el condicionamiento primario. Sin embargo, probablemente el niño que fue castigado en primer grado, termine suspendido en los últimos años, y quizás preso más adelante.

Esto podría considerarse una gran exageración. Sin embargo, esto parece ser lo que está ocurriendo en los Estados Unidos. Así nos lo cuenta el artículo de Mother Jones, “What If Everything You Knew About Disciplining Kids Was Wrong?”, que plantea que el método de castigos y premios utilizado hasta el día de hoy hace más daño que bien a largo plazo, sobre todo a los niños que reciben castigos.

De acuerdo a esto si en una clase hay un niño que repentinamente decide gritar y hacer una pataleta por no querer participar en un trabajo, la tesis es que no se le debe castigar. El psicólogo Ross Green, profesor en Harvard y Virginia Tech, ha desarrollado un método que planea ser la solución de todos estos problemas porque ofrece una respuesta, que podríamos llamar más humanitaria, para estos “niños problema”.

Según Green, muchas veces los alumnos tienen problemas de atención, o sencillamente no se han desarrollado lo suficiente como para poder controlar esos ataques repentinos de malcriadez o de desobediencia. Una mejor solución a castigarlos o mandarlos a la oficina del director o quitarles su recreo, es hablar o tratar de llegar pacientemente a una solución con ellos.

El artículo cuenta el caso de Will, un niño que repentinamente parecía tener problemas de rabia. En vez de castigarlo, la persona encargada lo separaba momentáneamente del grupo y dejaba que se descargara hasta que se calme. Luego de esto, trataba de conversar con él hasta llegar a una solución común. El artículo cuenta que su comportamiento, notas y deseo de permanecer en clases mejoraron positivamente.

En resumen, si bien nuestra primera actitud ante niños desobedientes es castigarlos, esto no solo no funciona sino que además afecta negativamente su vida a futuro. El método planteado por Green ha demostrado ser no solo una forma viable de tratar con niños problema, sino además una forma de ayudarlos.