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¿Prohibir la pornografía?

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El editor de First Things cuestiona que se condene el uso de la mujer en la publicidad y no se haga nada contra la millonaria industria de la pornografía.
03 de junio de 2016
Red star
Por qué es importante
Una salida sería hacer uso de las leyes existentes en contra de la obscenidad, las cuales podrían servir para luchar contra el mercado pornográfico.

Cada segundo, alrededor del mundo, millones de personas acceden a páginas web de contenido pornográfico. Y, aunque parezca sorprendente, no se trata de una acción ilegal, a pesar de las imágenes agresivas y ofensivas contra la mujer que se encuentran disponibles en estos sitios online.

Matthew Schmitz, editor de First Things (diario americano) en un artículo publicado en The Washington Post, plantea que habría llegado el momento de prohibir la pornografía puesto que implica una serie de acciones misóginas (el odio o la aversión hacia las mujeres o niñas) y brutales que no deberían circular de ninguna manera, mucho menos por el Internet, donde se encuentra a disposición de cualquiera, incluso niños.

Las personas estamos acostumbradas a cuestionar y a prohibir todo aquello que consideramos incorrecto por sus repercusiones. Por ejemplo, se cuestiona que se use de forma negativa a la mujer en la publicidad y las organizaciones de auto regulación de los medios de comunicación, condenan a las empresas que lo hacen. Sin embargo, nadie condena ni cuestiona el mal uso que hacen de la mujer en la industria de pornografía.

Esto ocurre porque ha habido una postura condescendiente con la pornografía, según señala Schmitz, que afirma que no es tan mala después de todo, a pesar de la amplia connotación misógina que en ella se presenta.

Gail Dines, joven feminista, citada por el artículo, señala que lo que se presenta en los vídeos pornográficos disponibles en Internet, se encuentra plagado de comportamientos que toman a la mujer como un objeto sexual y que la denigran al extremo sin que nadie diga nada. “Los actos más comunes implican penetración múltiple, de tres o más hombres a una mujer al mismo tiempo, y eyaculaciones en sus rostros”. Tal como indica Schmitzs, esto ya no es simplemente libre expresión sexual como muchos quieren hacer creer, sino actos de odio hacia la figura femenina, a los que son expuestos los niños desde los 11, en promedio.

Si bien es cierto, la prohibición de la pornografía implicaría ir contra una industria millonaria, significaría dar un paso más hacia el respeto de los derechos de la mujer y de su dignidad. Sin embargo, debido a lo complejo de la situación, el autor propone que se haga uso de las leyes existentes en contra de la obscenidad, las cuales podrían servir para luchar contra el mercado pornográfico de alguna manera.

No se trata de un pensamiento puritano, ni mucho menos, sino de un levantamiento en pro de la defensa de la mujer. Por muchos años se les ha visto como un simple objeto con diversos propósitos, y la pornografía tan solo refuerza el aspecto sexual de esto. Se trata además de educar a las poblaciones jóvenes para que sean conscientes, tanto hombres como mujeres, del valor intrínseco de las personas como individuos.

Un debate al que las autoridades deberían hacer frente.