Logo oe

La obesidad y el autismo

Larger mami
Arrow red
Según estudio, las madres obesas son 50% más propensas a dar a luz a niños con autismo.
24 de junio de 2016
Red star
Por qué es importante
La investigación ha sido hecha con ratones y aun falta saber si puede ser extrapolable a los seres humanos, pero si fuese así, podría servir para la prevención de nuevos casos de autismo.

El autismo es definido por la Federación Española de Autismo como una alteración que se produce en el neurodesarrollo de competencias sociales y lingüísticas, y de las habilidades para la simbolización y la flexibilidad. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que este trastorno afecta a 1 de cada 160 niños.

Es bien sabido que las consecuencias que puede tener la obesidad en la salud de las personas son amplias. Sin embargo, hasta ahora, no se había encontrado relación alguna entre el sobre-peso y el autismo. Un reciente estudio haría pensar que la obesidad en mujeres gestantes podría incrementar las posibilidades de que su hijo nazca con autismo, según lo reporta The Economist en su artículo “Gut Feelings”.

Los estudios realizados por Mauro Costa-Mattioli, de Baylor College of Medicine (Houston, Estados Unidos), y Shelly Buffington, fueron publicados en Cell (periódico científico). De acuerdo a los hallazgos, las madres obesas son 50% más propensas a dar a luz a niños con autismo. Para llegar a tales conclusiones, los científicos a cargo emplearon 100 ratones hembras  y encontraron que existe una fuerte relación entre la flora intestinal, la obesidad y el comportamiento social.

Las hembras fueron divididas en dos grupos, a unas se les alimentó balanceadamente y a las otras, con una dieta alta en grasas para que tuvieran un peso por encima del recomendado. Luego de ocho semanas y de un periodo de gestación, las ratonas dieron a luz. Los investigadores analizaron la flora intestinal, para conocer los compuestos del excremento, y el comportamiento de sus crías.

Costa-Mattioli y Buffington encontraron que las crías de las ratonas obesas lograban socializar por 22 segundos, aproximadamente, en sesiones de 10 minutos. En cambio, aquellos cuyas madres tenían un peso saludable, interactuaban 2 minutos en promedio. El 55% del primer grupo prefirió jugar con un vaso en vez de con otro ratón, mientras que el 100% del segundo interactuó con sus compañeros.

Al analizar el excremento de las madres obesas y sus crías, se encontró que este era diferente al de las madres saludables y sus crías. Los científicos, aprovechando la tendencia de estos animales a comer las deposiciones de otros, reunieron a todas las crías. Como producto del consumo del excremento de sus compañeros, las crías de madres obesas regularon su comportamiento social. Esto impulsó la idea de que algún compuesto del excremento podía cambiar la conducta.

En este sentido, se encontró que el excremento de los ratones contiene Lactobacillus reuteri, bacteria que habita la flora de los mamíferos y que libera oxitocina, hormona que juega un importante rol en el control del comportamiento social. Esta bacteria era abundante en las camadas de las madres saludables.

Aún no es seguro que esto se pueda aplicar a humanos también. Pero de ser cierto, significaría un importante avance en la prevención de nuevos casos de autismo.