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Padres intrusivos

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Existe evidencia que los padres sobre protectores que terminan perdiendo a sus hijos por intentar definir sus vidas o evitar que cometan errores.
01 de julio de 2016
Red star
Por qué es importante
Singapur es una sociedad altamente competitiva y es natural que los padres quieran preparar a sus hijos para lo que se les viene, pero hay que preguntarse hasta qué punto estamos logrando esto y cuando empezamos a provocar lo contrario.

¿Qué hace a una persona un buen padre? Seguramente esta pregunta se la habrán hecho generaciones de generaciones de personas. Al fin y al cabo, ¿qué padre no quiere ser la mejor versión de sí mismo para sus hijos? Esto incluye protección, apoyo, ayuda. Pero, ¿hasta qué punto y cuando es que nos estamos pasando?

No hay respuestas únicas. Sin embargo, sí hay evidencia de los numerosos casos de padres sobre protectores que terminan perdiendo a sus hijos por intentar definir sus vidas o evitar que vivan como cualquier persona, cometiendo errores. Precisamente, un artículo de ZME Science da cuenta del efecto que genera sobre los chicos los padres demasiado intrusivos “Helicopter parents may pressure children to become too self-critical. Depression and anxiety follows”.

La intrusión no solo tiene que ver con inmiscuirse en la vida de los hijos por sobre protección, sino también por pedirles perfección. En vez de apoyarlos, suelen obligarlos a estudiar más, y a salir menos, sin darse cuenta que lo que logran según una enorme cantidad de evidencia es exactamente lo contrario. Niños deprimidos desde muy pequeños porque sienten que nunca van a ser tan buenos como deberían ser, según el estándar invisible e inamovible de sus padres.

El artículo pone como ejemplo un experimento realizado en Singapur. En este se hizo que niños resolvieran rompecabezas. Se permitió que los padres estén en la misma sala y se les dijo que ayudaran a su hijo o hija cuando sientan que lo necesitaban. Muchos padres dejaron que sus hijos los resolvieran solos, aun sabiendo que fallarían en el intento antes de lograrlo. Sin embargo, había otros padres que no dejaban que sus hijos hagan una sola jugada sin cambiársela o sin cuestionar su decisión.

De todos los niños con los que se realizó el experimento, el 60% fue diagnosticado con un alto nivel de auto-crítica. Esta es la capacidad de analizar las propias decisiones y criticarlas hasta encontrar la mejor solución. Mientras que el 78% fue diagnosticado con un alto perfeccionismo social. Esto último tiene que ver con la idea de tratar de llegar a los estándares que alguien siempre pone para ti, y el miedo a nunca poder alcanzarlos.

Singapur es una sociedad altamente competitiva y es natural que los padres quieran preparar a sus hijos para lo que se les viene, pero hay que preguntarse hasta qué punto estamos logrando esto y cuando empezamos a provocar lo contrario.