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Las dudas que genera el vino orgánico

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Un estudio a partir de 70 mil vinos californianos llegó a la conclusión que la producción orgánica no altera negativamente el sabor del producto final.
10 de agosto de 2016
Red star
Por qué es importante
El negocio de producir uva para vino de forma orgánica es atractivo, porque si bien tiene un 15% más de costos, permite un incremento en el precio de venta de las uvas.

A diferencia de lo que ocurre con las frutas que aumentan de valor cuando son orgánicas, lo mismo no ocurre con los vinos que se identifican de esa manera porque los consumidores tienen el prejuicio de que no tendrán el mismo sabor que uno producido convencionalmente.

Por eso, es importante destacar un reciente estudio realizado por la Universidad de California (UCLA) que indica que la producción orgánica no altera negativamente el sabor del producto final, sino que lo mejora, según un artículo de Quartz titulado “There’s really no reason not to be drinking organic wine”.

El estudio publicado en Journal of Wine Economics, se basó en las valoraciones de más de 70 000 vinos californianos recolectados a los largo de 11 años por Wine Spectator, Wine Enthusiast y Wine Advocate, prestigiosas revistas sobre vinos, para determinar si existe alguna diferencia en la calidad de los vinos producidos en condiciones orgánicas y aquellos producidos con uvas cosechadas convencionalmente (con pesticidas y fertilizantes). Las revistas en cuestión publican rankings sobre calidad de vinos por expertos quienes realizan pruebas con los ojos vendados y dan su opinión acerca de los vinos que catan.

No obstante, parece que esto no ha sido suficiente para persuadir a los consumidores. El problema lo explica Magali Delmas, economista de UCLA y una de las autoras del estudio, quien señala que esto obedece a un pequeño matiz poco conocido que hace que sean distintos los vinos certificados por la USDA como orgánicos y los vinos producidos con “uvas certificadas como orgánicas por la USDA”.

Para Delmas, los primeros son realmente malos porque no contienen sulfitos que es un aditivo que estabiliza el vino. En cambio, los vinos producidos con uvas certificadas por el USDA como orgánicas sí pueden contener estos aditivos. Ambos son completamente diferentes, pero los consumidores no lo saben.

Este desconocimiento de los consumidores acerca de la diferencia entre una categoría y la otra, genera que las empresas productoras de vinos en base a uvas orgánicas no identifiquen sus productos como “orgánicos” en sus etiquetas, ya que esto puede desalentar a los consumidores.

Por su parte los productores de uvas están empleando métodos más orgánicos y técnicas biodinámicas (ecológicas), incluyendo la exclusión de pesticidas sintéticos y fertilizantes, conservación de agua e incluso la separación de tierras para mayor biodiversidad. Los viticultores que están implementando estos cambios indican una mejora en el terroir (término empleado para referirse a las cualidades de la tierra en que se cultiva). Y es que optar por una cosecha orgánica puede tener un costo de hasta 15% más los primeros años, pero permite un incremento en el precio de las uvas de 13%.