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Educar no es aplicar una fórmula

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Nuevo estudio de investigadores de la Universidad de Standford muestra que existen diversas formas de enseñar.
24 de agosto de 2016
Red star
Por qué es importante
El libro señala que permitir que los alumnos enseñen a sus compañeros es un método muy útil.

Un nuevo libro titulado “The ABCs of How We Learn: 26 Scientifically Proven Approaches, How They Work, and When to Use Them”, co escrito por Daniel L. Schwartz, Jessica M. Tsang y Kristen P. Blair, expertos en educación de Stanford University, presenta una lista alfabética de métodos educativos efectivos y demuestra que existe más de una forma de enseñar, incluso a través del juego y la imaginación, de acuerdo a National Public Radio (NPR) en su artículo “L Is For Learning: A New Book On Proven Approaches And How Teachers Can Use Them”.

Educar debe basarse en el principio de “hacer”, pero no como si se aplicara una fórmula o como si se copiara una receta sino brindando libertad a que se decida, señala Schwartz, Decano del Graduate School of Education de Stanford y co-autor del libro.

Esto quiere decir que se debe enseñar a los alumnos cómo emplear sus herramientas, mas no decirles qué hacer con ellas pues esto limita las posibilidades de crecimiento y el uso de la imaginación. “Es el resultado base de hacer: aprendes cómo usar las cosas para crear más cosas”.

Los autores también resaltan la importancia de la retroalimentación que deben recibir los estudiantes para continuar mejorando y creciendo. Cuando una persona hace algo y otros reconocen sus logros y realizan comentarios constructivos al respecto, la motivación se incrementará pues la persona podrá ver los resultados de su esfuerzo. La retroalimentación funciona como combustible para las personas e incrementa los deseos de mejorar.

Algo similar ocurre cuando los estudiantes se convierten en maestros. El libro señala que permitir que los alumnos enseñen a sus compañeros es un método muy útil que facilita la posibilidad de interiorizar los conocimientos de forma más efectiva que cuando solo reciben conocimiento pero no lo comparten. No obstante, esto no debe quedarse en la simple exposición de un proyecto realizado, sino que los alumnos deben ver que el conocimiento que aportan es empleado por sus compañeros, de lo contrario pierde valor y sentido.

En 2005 el sistema educativo estadounidense retiró las analogías de las evaluaciones conocidas como SAT pues se consideró que eran confusas y parcializadas hacia ciertos grupos económicos. Sin embargo, Schwartz afirma que las analogías son necesarias para la educación pues permiten transmitir conceptos abstractos de forma más precisa cuando la terminología técnica no lo permite.

Así mismo, el libro afirma que otra forma efectiva aunque poco aplicada para educar es a través de juegos interactivos, pues estos permiten experiencias distintas y reales que surgen del intercambio entre los estudiantes, además de trasmitir conocimientos de forma sutil y entretenida.

Los autores señalan que el propósito detrás de su publicación es brindar a las personas una guía de ciencia y realidad producto de una investigación seria, con métodos efectivos para educar. Pero añade que no se trata de una receta y que se requiere trabajo por parte del receptor para que haciendo uso de su imaginación y conocimiento propio decida qué poner en práctica y cómo hacerlo.

Las autoridades y entidades pertinentes, así como pedagogos, deberían considerar este material para identificar las herramientas a las que pueden recurrir para diseñar sus propios planes educativos de forma creativa y efectiva.