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Singapur y su lucha contra el humo

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Hace dos años el gobierno dictó una medida que permite multar a las empresas que contaminen el ambiente aunque operen en otro país.
02 de septiembre de 2016
Red star
Por qué es importante
Las medidas que ha tomado le han traído problemas con sus vecinos y con algunas industrias multinacionales.

La contaminación medioambiental es una de las muchas consecuencias de tener industrias en un país. Es por esto que los países se preocupan por controlarla o reducirla, llegando cada uno a diferentes soluciones. La idea es que las medidas no afecten los negocios, pero tampoco se puede dejar desprotegida a la población.

Precisamente, ese es el caso de Singapur, país admirado por liderar los rankings a nivel educativo, que ha visto un incremento en sus niveles de contaminación aérea en las últimas semanas. Lo peor del asunto es que no es responsabilidad de sus empresas que se esfuerzan en cumplir los estándares ambientales, sino de sus vecinos.

Hubo un día en que la concentración de contaminantes en el aire alcanzó un rango de 79 a 109, según un artículo de Financial Times, “Singapore haze hits ‘unhealthy’ levels”, debido a que ese rango es considerado poco saludable. Además, no es la primera vez que Singapur pasa por un momento así. En el 2015, los niveles de contaminación alcanzaron un rango superior a 300, obligando a las autoridades a cerrar escuelas momentáneamente, por la mayor sequía que generó El Niño.

El problema que sufre Singapur está relacionado con la tala de bosques y la quema de árboles que se realiza en las islas indonesias de Sumatra y Kalimantan, donde se explotan importantes extensiones de tierra para producir papel y aceite de palma, cuyos humos terminan en este país como resultado de las corrientes aéreas, afectando la salud de su población.

Por ello, hace dos años, el Parlamento de Singapur tomó la drástica decisión de establecer que el gobierno puede imponer multas a empresas contaminantes, independientemente donde operen, lo que les ha ocasionado numerosos problemas con Yakarta, capital de Indonesia, que acusó a Singapur de entrometerse en asuntos internos, dado que este último ha pedido incontables veces información acerca de empresas sospechosas de contaminar el aire.

Algo similar ha ocurrido con el sector comercio, donde el supermercado más grande de Singapur prohibió la venta de un papel higiénico producido en Indonesia porque la empresa que lo producía no había presentado las pruebas necesarias para demostrar que no estaba vinculada con la deforestación y quema masiva de árboles.

En resumen, si bien Singapur está haciendo lo posible para eliminar o reducir la contaminación aérea, sus métodos agresivos e invasivos le está trayendo algunos problemas con sus vecinos y en los negocios.