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El cerebro se acostumbra a mentir

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Cuidado con las mentiras que el cerebro se acostumbra a ellas.
26 de octubre de 2016
Red star
Por qué es importante
La sensación negativa que provoca la mentira, establece unos límites a estas, pero a medida que se repiten o estas incrementan su magnitud, esto deja de ocurrir.

Un reciente estudio cuyos autores son Neil Garrett, Stephanie C Lazzaro, Dan Ariely y Tali Sharot, titulado The brain adapts to dishonesty y publicado por la revista Nature, señala que el problema de mentir es que el cerebro se acostumbra y a la larga se hace más fácil engañar a los demás.

Los neurobiólogos del University College London (Reino Unido), advierten que el problema con las personas con tendencia a mentir es que se acostumbran poco a poco al engaño debido a que la amígdala, una zona del cerebro asociada a las emociones, pierde sensibilidad.

Los científicos escanearon el cerebro de 80 voluntarios de entre 18 y 60 años mientras participaban en unas “ pruebas psicológicas”, durante las cuales se les permitió mentir para obtener algunas ventajas económicas.

En el marco de estas pruebas, los participantes tenían que decir a una segunda persona cuánto dinero había en un recipiente lleno de monedas. La prueba consistía en que la persona que se sometía al experimento tenía que adivinar cuántas monedas había en el recipiente y luego entregar sus cálculos a un segundo participante, con el cual luego se dividía el dinero.

Los investigadores descubrieron que la deshonestidad de los sujetos aumentaba con el paso de las pruebas, así como la tendencia a no decir la verdad cuando mentir beneficiaba al participante económicamente en detrimento del segundo.

Esto los llevó a pensar que con el continuo paso de las pruebas, la sensibilidad de la amígdala de los voluntarios disminuía.

La sensación negativa que provoca la mentira, establece unos límites a estas, pero a medida que se repiten o estas incrementan su magnitud, esto deja de ocurrir.

Lo que los científicos han descubierto es que si las personas empiezan a mentir en cosas pequeñas, a medida que pasa el tiempo, el cerebro tendrá menos límites (escrúpulos) para mentir en cosas más grandes.

De lo que no están seguros es si lo que ocurre con la amígdala es innato o una adaptación del organismo o es algo que se aprende con el tiempo.

Esto significa que a los pequeños no hay que dejarlos mentir ni siquiera en cosas pequeñas, pero tampoco en los negocios, la política y la justicia. De lo contrario, la mentira siempre escalará.

Ahora están empeñados en predecir los próximos engaños que puede decir una persona, usando el nivel de actividad de la amígdala.