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Comida desperdiciada

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El 44% del pan producido en Reino Unido se desperdicia.
17 de febrero de 2017
Red star
Por qué es importante
A las toneladas de comida que se pierden cada año se les suma los residuos comestibles generados a partir de la fabricación de otros productos.

El hambre en el mundo es uno de los problemas más grandes para los gobiernos y las instituciones internacionales abocadas a solucionarlo. A pesar de los esfuerzos y avances realizados, alrededor de 795 millones de personas no tienen suficiente comida para mantenerse sanos y activos, según cifras del Programa Mundial de Alimentos. Esto equivale a 1 de cada 9 personas en el mundo.

En vista de la gran cantidad de comida que se produce pero que no se logra vender, muchas compañías han optado por poner estos alimentos a disposición de organizaciones benéficas dedicadas a dar de comer a quienes lo necesitan. Sin embargo, la mayoría de los residuos de estas empresas no son destinan a la caridad, sino a la producción de abono o alimento para animales. Un reciente artículo de The Guardian, titulado “Supermarkets should be cutting food waste, not relying on charities”, advierte de este grave caso.

Ante la terrible condición de hambre que millones de personas pasan alrededor del mundo, muchos han protestado contra la sobre producción de compañías alimenticias. El reclamo gira en torno a la idea de que mientras miles de kilos de comida se desperdician, existen muchas personas que podrían alimentarse de ellos. Ante la presión del público, varias empresas han decidido aliarse con organizaciones benéficas y regalar parte de esa comida a los necesitados. Sin embargo, esa porción de alimento es mínima comparada con la cantidad de comida que se emplea para producir abono o alimento para animales.

Los supermercados en Gran Bretaña, por ejemplo, solo regalan el 2% del total de comida residual a dichas organizaciones. Esta realidad es sumamente impactante para muchos que se preguntan cómo es posible que se prefiera producir abono, en lugar de dar alimento a una persona que no puede conseguirlo por sus propios recursos.

Sainsbury, un supermercado británico, donó aproximadamente 3 mil toneladas de comida el año pasado y si bien esta cantidad pueda parecer astronómica y digna de aplausos, no lo es. De hecho solo constituye el 7% del alimento que se hecha a perder, mientras que nueve veces más comida fue destinada a digestión anaeróbica, lo cual significa que se convirtió en combustible y fertilizante.

Un grave problema que impide frenar esta situación es que las compañías se niegan a ser completamente transparentes con su información. Por este motivo, no es posible conocer la magnitud del conflicto a plenitud. La razón detrás de dicho secretismo es que si se diera a conocer la cantidad de comida que se desperdicia, las empresas se verían obligadas a reducir sus niveles de producción. Esto no sería beneficioso para sus negocios ya que correrían el riesgo de quedarse sin productos para satisfacer la demanda de sus clientes.

En lugar de deshacerse de la mayoría de los residuos y convertirlos en combustible o alimento para animales, las empresas podrían usar el Internet para vender los productos en mercados virtuales. Tan solo después de ello, en caso existiera aún un excedente, podría destinarse a otros usos como los ya mencionados.