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El dilema del suelo

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Las plantas son muy importantes para el hombre porque absorben dióxido de carbono y lo convierten en oxígeno.
17 de abril de 2017
Red star
Por qué es importante
La solución para que el dióxido de carbono quede acumulado es que las plantas absorban más carbón, para que las semillas y raíces crezcan más grandes y fuertes.

En la actualidad, uno de los grandes problemas sin solución –hasta el momento- es encontrar una forma en la que se pueda disminuir el impacto de dióxido de carbono en la Tierra. Si bien hay diversos acuerdos, medidas y políticas públicas esbozadas para llegar a esta meta, aún no se encuentra algo que solucione definitivamente el problema.

Pero, que no se haya encontrado no significa que muchísimas personas no busquen diariamente una forma de conseguir este cometido. Jonathan Sanderman es un científico que ha estado buscando durante años algo sumamente inusual: tierra vieja. Y es que según cree, esto le permitiría encontrar una forma de salvar al mundo, afirma el artículo de Wired, titulado “A Crucial Climate Mystery Hides Just Beneath Your Feet”, sobre el que se inspira esta nota.

Como muchos saben, las plantas absorben dióxido de carbono y lo convierten en oxígeno. Es una de las razones por las que son tan importantes para los seres humanos, ya que, sin ellas, probablemente nuestra raza se habría extinguido junto con las demás especies del planeta. Sin embargo, algo que no muchos podrían conocer es que los seres humanos consumen dióxido de carbono proveniente de las plantas cuando nuestro alimento proviene de estas.

En teoría, las plantas solo pueden albergar cierta cantidad de carbono, y los agricultores han estudiado durante años cuál es la mejor forma de hacerlo. Se puede priorizar las semillas, las cuales crecerán más de lo usual y llevarán el dióxido de carbono de la planta al ser humano cuando este las consuma o se puede priorizar las raíces y que el suelo se llene de dióxido de carbono.

El problema es el siguiente: si se priorizan las raíces, las semillas y frutos crecen muy pequeños, obligando a que los agricultores trabajen esforzadamente la tierra, liberando todo el dióxido de carbono acumulado en el proceso. Pero, si se prioriza las semillas, las raíces crecen demasiado pequeñas, obligando a los granjeros a hacer lo mismo.

Sanderman pensó que si se podía conseguir que ambas partes de la planta se beneficien, el dióxido de carbono podría quedar acumulado. El científico afirma que, al hacer que las plantas absorban más carbón, se puede obtener semillas y raíces más grandes.

Afortunadamente, Sanderman encontró muestras muy antiguas de tierra y, luego de examinarlas, llegó a las siguientes conclusiones: en adelante, es mejor concentrarse en mejorar la nutrición, irrigación y protección de las plantas, de forma que una mayor cantidad de estas sobrevivan. Una vez conseguido esto, es vital concentrarse en utilizar aquellas que tengan semillas y raíces grandes, de forma que las plantas no mueren, la producción de comida no disminuya, y el carbono se queda en el suelo.

Ahora falta que la idea de Sanderman sea probada en los campos, más allá del laboratorio. Pero, esperemos que esté en lo correcto.