Logo oe

¿Es útil castigar a los niños?

Larger castigo
Arrow red
MIENTRAS LOS NIÑOS FÁCILES NEGOCIAN, LOS NIÑOS DIFÍCILES NO RAZONAN Y SON MÁS AGRESIVOS.
11 de agosto de 2015
Red star
Por qué es importante
El carácter de un niño se forma a partir de cientos de interacciones con los padres antes sus aciertos y desaciertos.

A los hijos los educamos cada día con el ejemplo y con cada acción que tomamos frente a sus éxitos y sus fracasos, frente a su buenos gestos como a su mal comportamiento. Las nuevas tendencias en el ámbito educativo, sin embargo, cada vez tratan de influir más en la forma como los padres corrigen a sus hijos. Por ejemplo, en los colegios, actualmente sugieren no reclamarles a los hijos o castigarles por haber obtenido malas notas sino reconocer el esfuerzo que han realizado, incluso si han salido desaprobados. Esto quiere decir que cuando un hijo trae un 08, no hay que castigarlo sino, por el contrario, decirle: "solo nos faltaron 12 para sacar un 20", o "si nos hubiéramos sacado 4 puntos más, hubiéramos salido aprobados".

Esta postura, sin embargo, despierta polémica entre los padres que consideran que en ocasiones es necesario castigar a los hijos para que aprendan su lección. 

Un reciente estudio denominado Okay to Punish Children — If Done Correctly presentado en la Convención Anual de la American Psychological Association en Toronto, sugiere que los padres no deben tener miedo a castigar y señala además que lo peor que se puede hacer es no reaccionar frente al mal comportamiento de los hijos.

Para Robert Larzelere, profesor de desarrollo humano y ciencias familiares de la Universidad Estatal de Oklahoma, y uno de los autores del estudio, los padres deben actuar en función de la falta que el niño muestra y eso puede ser tan variable que es difícil aplicar una única receta.

El estudio se basó en entrevistas detalladas con 102 madres con hijos que estaban en dos categorías: niños fáciles y difíciles, a las que se les pidió que contaran ocasiones en las que habían castigado a sus hijos por haber pegado, llorado, desafiado o no haber querido escuchar.

Los niños fáciles son aquellos que se quejan cuando se les pide hacer algo que no querían, pero buscan negociar y no se muestran agresivos. En esos casos, es factible razonar con ellos y llegar a acuerdos para lograr respuestas positivas. En el largo plazo, eso se vuelve un hábito que ayuda a lograr mejores comportamientos. El camino de la amenaza o el castigo no es una buena alternativa en estos casos.

Los niños difíciles son más agresivos y actúan desafiantes, no aceptan negociaciones y solo razonar con ellos tampoco es lo más eficaz. En esos casos, el estudio plantea que debe aplicarse una combinación de razonamiento, castigo o amenaza del mismo. Por ejemplo, quitar un privilegio. Lo importante es que el niño no viva permanentemente castigado, sino que este mecanismo se use una sexta parte del tiempo y si se puede menos. Lo que en definitiva no funciona es ofrecer recompensas todo el tiempo porque a la larga los niños se portan peor. Lo que sí se puede hacer antes de aplicar el castigo es dar una segunda oportunidad.