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5 tips para ser optimistas sin perder el sentido de la realidad

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AQUELLOS QUE DECIDEN IGNORAR LA REALIDAD SON INCAPACES DE ENFRENTAR LOS INEVITABLES DESAFÍOS DE LA VIDA Y SOLO CONSIGUEN HACERSE DAÑO.
11 de septiembre de 2015
Red star
Por qué es importante
No es lo mismo tener un saludable pensamiento positivo que negarse a ver la realidad de forma enfermiza.

¿Por qué siempre escuchamos que nos recomiendan ser optimistas, incluso dándole la espalda a la realidad? Industrias enteras se han construido en base al optimismo a prueba de balas, incluyendo aquellos que pregonan que un insecto es capaz de desafiar las leyes de la física. Mirar hacia adelante con pensamiento positivo no es lo mismo que hacerse el ciego ante la realidad de las cosas.

El optimismo es bueno, y está relacionado con resultados beneficiosos como una mejor salud y mejores ingresos, sin embargo debe ir acompañado por una actitud realista. El optimismo ciego puede nublar el juicio de las personas. Aquellos que deciden ignorar la realidad solo consiguen hacerse daño a sí mismos, y debido a su perspectiva excesivamente optimista son incapaces de enfrentar los inevitables desafíos de la vida.

Es claro que ser negativo tampoco es saludable. Entonces, ¿cómo podemos poner en práctica el optimismo de forma realista? Para optimizar nuestro desempeño, debemos tener una perspectiva positiva, y al mismo tiempo reconocer la realidad de la situación. Un artículo en Inc. propone cinco formas para que podamos entrenar nuestro cerebro, de tal forma que seamos optimistas sin morir en el intento.

1. Espera el éxito, pero no creas que llegará fácilmente

No permitas que tus expectativas optimistas te impidan trabajar duro. Recuerda que tus pensamientos influyen en tu comportamiento. Tu exceso de confianza podría evitar que puedas realizar el esfuerzo que requieres para tener éxito. Una visión del éxito puede ayudarte a lograrlo, pero no pienses que lo lograrás sin esforzarte. Cuando realizas más esfuerzo, tendrás mejores posibilidades de lograr tus objetivos.

2. No permitas que tu deseo por ver lo bueno te impida ver lo que es verdadero

Una persona que es optimista de una forma saludable no idealiza la verdad sobre otras personas. Por ejemplo, no significa nada que una persona sea agradable si es que además miente, roba o hace trampa. Reconocer esta situación no te hace pesimista, sino que significa que eres una persona realista. Siempre es bueno reconocer las cualidades positivas de otra persona, pero también es importante reconocer los defectos de cada uno.

3. Reconoce tus fortalezas, pero no sobreestimes tus capacidades

Un complejo de superioridad puede ser contraproducente para ti. Si tu optimismo ha degenerado a arrogancia, dedicarás más esfuerzo en mostrar tus habilidades que en mejorarlas. Sin importar cuán bueno seas, siempre hay espacio para que mejores.

4. No confundas pensamiento positivo con pensamiento mágico

Algunas personas creen que vivimos en una novela de Coelho y que todo se puede lograr con el poder de la fe. Hay instancias en que el pensamiento positivo se convierte en una profecía auto cumplida, pero no hay evidencia de que el pensamiento sea capaz de cambiar el curso del universo. Creer que puedes hacer algo solo te sirve si es que, gracias a ello, te comportas de tal forma que tus probabilidades de éxito mejoran. Para obtener resultados positivos, no bastan pensamientos positivos, sino que también se requiere acciones positivas.

5. Cree en el Plan A, pero no descartes el plan B

El excesivo optimismo de algunas personas ante una oportunidad les impide estimar de forma adecuada el riesgo involucrado. Debido a que están comprometidos con su perspectiva optimista, se niegan a considera qué es lo que ocurriría si las cosas no salen como habían pensado. No es malo pensar que las cosas saldrán bien al primer intento, pero lo más adecuado sería contar con un plan de respaldo. Sin importar cuánto deseas que todo salga correctamente, prepárate para el peor escenario. En este caso, deposita tu optimismo en tu capacidad para manejar la situación en la cual las cosas no salen bien en el primer intento.