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El porqué los snacks que suenan saben mejor

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EN EL "EXPERIMENTO PRINGLES" PARTICIPARON 20 PERSONAS.
11 de noviembre de 2015
Red star
Por qué es importante
Los envases y los sonidos que acompañan a una experiencia de consumo pueden condicionar la percepción final del producto del consumidor.

El profesor de psicología experimental de la Universidad de Oxford, Charles Spence, ha dedicado los últimos años en el Crossmodal Research Lab a estudiar cómo el cerebro integra la información sensorial para producir una impresión coherente de la realidad

Uno de los experimentos más conocidos realizados por Spence hace más de una década, es el llamado “experimento Pringles”, en el cual el investigador le pidió a 20 participantes comer papas fritas Pringles utilizando audífonos. Si bien los 20 participantes comieron del mismo tipo de Pringles, no todos oían lo mismo en los audífonos pues Spence les transmitía sonidos de papas crujiendo a diferentes volúmenes y frecuencias. 

El resultado fue sorprendente: para comenzar, prácticamente todos los participantes pensaban que habían comido papas diferentes a pesar de que todas habían sido idénticas. Además, las personas que escuchaban en los audífonos los sonidos más fuertes y el crujiente a frecuencias más altas percibían que las papas que estaban comiendo estaban más frescas y crocantes. 

Spence ha conseguido además probar en un experimento aquello de que las personas comemos con los ojos. En otros experimentos, Spence encontró lo siguiente: 

  • Una mousse de fresa tiene un sabor 10% más dulce si es que es servido en un recipiente de plástico blanco en lugar de uno negro. 
  • El café sabe más intenso y menos dulce si es tomado en una taza blanca en lugar de un vaso de vidrio.
  • Un mayor peso del container de plástico de un yogurt puede generar la percepción de que trae hasta 25% más de contenido.

Los resultados de los experimentos de Spence, además de sorprendentes, tienen implicancias importantes para el diseño de los productos e incluso para la salud pública. Por ejemplo, se podría inducir a que la población adopte hábitos de consumo más saludables simplemente a partir de la modificación del entorno en el que las personas comen, ya sea modificando los envases que utilizan como alterando lo sonidos que escuchan mientras comen.