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El amor: la fuerza dinamizadora oculta de la economía

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El efecto de reducir las comisiones a las remesas al 1%, sería similar a que se duplique la ayuda extranjera de Estados Unidos.
18 de mayo de 2015
Red star
Por qué es importante
Las remesas son flujos más predecibles que la ayuda extranjera y la inversión privada.

En el mundo existen más de 230 millones de migrantes. Casi 8 de cada 10 de estos migrantes (alrededor de 180 millones), envían en promedio US$200 mensuales a sus países de origen para distintos propósitos: para apoyar a sus familiares con sus gastos de primera necesidad, para construir viviendas, para financiar la educación de algún familiar o el cuidado de la salud de algún anciano; o para  realizar inversiones en algún negocio. Para ocasiones especiales, esta cantidad de dinero puede ser mucho mayor; por ejemplo, si se trata de una boda, un funeral o una emergencia médica.

El hecho de que los migrantes envíen dinero a sus familias puede no ser una novedad. Lo que sí pueda serlo sea el hecho de que la suma de todos estos envíos es de alrededor US$413 mil millones anuales. Esta cifra es 3 veces la suma de toda la ayuda extranjera que reciben los países en desarrollo. 

Las remesas no solo superan a la ayuda extranjera directa en volumen; también lo hacen en flexibilidad. Por ejemplo, los fondos de ayuda extranjera deben canalizarse a través de los gobiernos y, como resultado de ello, se suelen producir problemas de filtraciones o en la focalización de los recursos. Una remesa, en contraste, llega a la familia objetivo más rápidamente. Mejor focalización, imposible. Y, lo que es más importante, a diferencia de la inversión que se retira en momentos difíciles o de las ayuda extranjera que se paraliza ante las crisis políticas, las remesas no solo se mantienen en períodos de crisis sino que hasta se incrementan.

Es decir, el amor a la familia de los más de 180 millones de migrantes que envían regularmente dinero a sus países, es probablemente la fuerza dinamizadora oculta más importante del mundo en desarrollo.

Sin embargo, existen tres barreras que todavía no se superan y que impiden que las remesas alcancen su máximo potencial dinamizador:

En primer lugar, las comisiones que afectan a las remesas que, en promedio son 8% pero que pueden llegar a ser superiores al 20%, son excesivamente altas. Hoy, gracias a los avances tecnológicos, no hay razón para que estas no se reduzcan hasta por lo menos el 1%. Si esto se consiguiera, se liberarían recursos por US$30 mil millones. Esto tendría un impacto similar a que Estados Unidos, el donante más importante del mundo, decidiera duplicar su ayuda extranjera. Para que esto pueda concretarse, es imprescindible promover la competencia en los países de destino de las remesas que actualmente está bastante limitada por los acuerdos de exclusividad entre los gigantes mundiales de las remesas y los bancos o servicios postales. Asimismo, es necesario que los gobiernos adapten sus restricciones sobre lavado de dinero para no obstaculizar envíos tan pequeños como los que caracterizan a las remesas. En segundo lugar, las comisiones que cobran las empresas gestoras de empleos a las familias del migrante en el país de origen suelen ser excesivas y, en muchas ocasiones, terminan capturando por varios años el monto total de las remesas. Este tipo de abuso debería evitarse. En tercer lugar, adicionalmente al monto total de remesas, se estima que en los países donde viven los migrantes tienen ahorros por US$500 mil millones aparcados en cuentas de ahorro que no les rinden el mayor interés. Existe un gran potencial para diseñar instrumentos financieros que les provean algún rendimiento y que a su vez puedan ser canalizados hacia inversiones en infraestructura en los países de destino de las remesas.

En el siguiente video, Dilip Ratha, uno de los expertos más importantes en materia de remesas, explica esta problemática de manera brillante y sentida.