El brote de Sarampión en Disneyland y la moda antivacuna

06 de febrero de 2015

Un brote de sarampión originado en diciembre del año pasado en el parque de diversiones Disneyland en California ha puesto la atención en la corriente antivacuna predominante en las familias ricas del país.

El cuarto Objetivo del Milenio, cuyos resultados deben revisarse al finalizar este año, busca reducir la mortalidad infantil; es decir, de los niños menores de 5 años. Este objetivo ha obtenido grandes resultados gracias al trabajo de países en desarrollo por brindar una nutrición adecuada a sus niños pequeños y por incentivar la vacunación obligatoria a todos ellos. Países de América Latina y África, han visto de esta forma disminuir sus cifras de mortalidad infantil. Desde 1990, 17 mil niños menos mueren cada año gracias a este esfuerzo. Aunque aún queda mucho por hacer no pueden negarse los logros.

Sin embargo, en los últimos años, el logro de la vacunación universal corre peligro por problemas que nada tienen que ver con países en desarrollo. Estados Unidos y países europeos han visto en muchos casos sus cifras crecer, en enfermedades que se creían ya desterradas. Este es el caso del brote de sarampión en Estados Unidos.

A mediados de diciembre del año pasado se inició el peor brote de sarampión que Estados Unidos haya visto en 15 años. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), ya son 102 las personas  en 14 estados que han contraído sarampión, una enfermedad desterrada por completo en este país desde el 2000 (en nuestro país desde el 2006). Aunque lo más probable es que el paciente 0 haya sido un turista de algún país donde la enfermedad aún no ha sido eliminada, su rápida propagación ha puesto los ojos de la comunidad en grupos de padres de familia que desde hace algunos años vienen promoviendo la no vacunación como medida de protección para sus niños: los grupos antivacuna.

Los grupos antivacuna no creen que las vacunas sean necesarias. Consideran que el niño debe adquirir estas enfermedades para producir anticuerpos necesarios para su vida adulta. Sostienen además que las vacunas pueden traer efectos perjudiciales en el desarrollo emocional, psicológico y hasta físico del niño. En el caso de la vacuna contra el sarampión el motivo del rechazo es aún más claro: para muchos padres pertenecientes a estos grupos esta vacuna es la principal causa de autismo en niños.

Tal vez, lo más sorprendente de todo esto es que quienes promueven que las vacunas son dañinas pertenecen, por lo general, a sectores privilegiados económicamente provistos supuestamente de la mejor educación. En California, donde se presentó el brote de sarampión esto se observa claramente a través de las cifras de vacunación. Mientras que en barrios menos acomodados circundantes a Los Ángeles el porcentaje de rechazo a la vacunación llega al 1,6%, este sube dramáticamente en barrios más acomodados como Santa Mónica - Malibú, donde la cifra sube a 14,8%.

Los epidemiólogos calculan que una población está protegida cuando la tasa de vacunación alcanza el 92%. El 8% restante se puede considerar protegido por lo que se llama vacunación de grupo. Pero si ese porcentaje supera el 8% deja de funcionar, y los no inmunizados se convierten en un riesgo para todos. De ahí la importancia de lograr una vacunación universal.



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