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Los carros autónomos y el futuro de los estacionamientos
En muchos lugares, grandes construcciones verticales de áreas de estacionamientos forman parte del paisaje de las ciudades porque de acuerdo a las estadísticas sobre el uso de los automóviles, si bien estos son usados para movilizarse de un lugar a otro, en realidad estos pasan el 95% del tiempo estacionados.
Un estudio denominado Parking Infraestructure and the environment revela que en los Estados Unidos existen más de mil millones de estacionamientos y tan solo 253 millones de carros. En otras palabras, cuatro veces más estacionamientos que vehículos. Algunos expertos opinan que la carretera interestatal ha deformado los Estados Unidos, pero la realidad es que el impacto de los estacionamientos es mucho más grande.
Además de ser estéticamente poco atractivos, los estacionamientos cuestan plata a los ciudadanos. Otro estudio titulado Who pays for parking? del Sightline Institute encontró que el 15% del precio de alquiler en Seattle está asociado al costo que representa construir estacionamientos, en la medida que se cobra a los habitantes así tengan o no automóviles.
Finalmente, está el efecto de la contaminación que genera el hecho cierto que aproximadamente entre el 30 y 60% de los vehículos que circulan por la ciudad están buscando donde cuadrarse. De acuerdo a una encuesta hecha por IBM, el conductor promedio pasa 20 minutos manejando para encontrar un estacionamiento disponible. Donald Shoup de la Universidad de California encontró que solo en Westwood Village (una pequeña área cerca de la universidad), el tiempo usado para buscar estacionamiento implica un gasto de 47 mil galones de combustible y genera 730 toneladas de CO2 al año.
Por ello, los defensores de los carros autónomos, han salido al frente para señalar que con estos, no se requerirían tantos estacionamientos. No solo han demostrado que son más seguros porque ya tienen varios kilómetros de pruebas, o han reportado una cantidad mínima de accidentes, sino que no tienen por qué detenerse, en la medida que pueden estar activos durante todo el día y solo parar por combustible y mantenimiento.
La idea no es que cada ciudadano adquiera un carro autónomo, sino que se comparta el transporte. Esto significa que se implementaría una flota de estos carros en la ciudad que se encargaría de transportar a las personas que los necesiten. El efecto sería inmediato en bajar el nivel de congestión y de emisiones.
Un esquema similar al que aplica Uber en Estados Unidos y otros países del mundo que se basa en el transporte compartido, gracias a una aplicación para los smartphone que permite coordinar una ruta que convenga a todos en segundos. El esquema ha revolucionado la industria de taxis, reduciendo el costo del transporte de un lugar a otro.
Incluso ya tiene estudios que respaldan este modelo de funcionamiento, uno del 2014, del MIT titulado Quantifying the benefits of vehicle pooling with shaereability networks determinó que que si el 50% de los conductores empezará a dedicarse únicamente a hacer viajes compartidos, la congestión vehicular bajaría en un 30% y el número de vehículos se reduciría un 19%. Además, un estudio publicado en Nature por Jeffrey Greenblatt mostró que si los carros fueran autónomos en una ciudad las emisiones de CO2 serían 90% más bajas.
Este cambio, sería uno de los más grandes de la historia y podría mejorar en muchos aspectos la calidad de vida de la población
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