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Lo que pagan los pobres por el papel higiénico
¿Quién gasta más en papel higiénico? ¿Los pobres o alguien de clase media?
Ambas preguntas podrían tomar por sorpresa a más de uno. Primero, porque no es nada que uno se cuestione abruptamente. Segundo, porque debería ser obvio, si los pobres tienen menos plata ellos son los que deberían gastar menos en papel higiénico. Por otro lado, las personas de clase media, que pueden darse el lujo de elegir marcas y calidades deberían ser las que gasten más.
Sin embargo, contrario a lo que la razón pueda dictar en lo que podría parecer un ejercicio de simple lógica, la realidad no es así. Los pobres gastan más en papel higiénico, según una investigación del profesor Yesim Orhun y un estudiante de doctorado de la Universidad de Michigan, sobre la cual trata un artículo denominado “Why the poor pay more for toilet paper — and just about everything else”, elaborado por The Washington Post.
La razón por la que los pobres gastan más en papel higiénico es porque tienen menos dinero y eso condiciona sus hábitos de consumo que determinan el precio final que pagan por algo tan básico de la compra como es el papel higiénico. Para llegar a esta conclusión, se analizaron a más de 100,000 hogares estadounidenses y su consumo de papel higiénico durante 7 años.
La conclusión fue que debido al reducido poder adquisitivo de los pobres, estos no pueden comprar ofertas o paquetes al por mayor de papel higiénico, los cuales, a la larga, les haría gastar menos por unidad. Tampoco son capaces de comprar las ofertas del supermercado y suelen comprar este producto en negocios que venden formatos más pequeños que tienen un precio unitario mayor. Otros condicionantes de su mayor gasto son que viven lejos de las grandes superficies de supermercados o no disponen de automóvil para movilizar las grandes planchas de papel higiénico que tienen las ofertas ni el espacio suficiente para guardarlos mientras se utilizan.
A contrario, las personas de clase media tienen la capacidad de elegir cuándo compran el papel y toman sus decisiones de consumo en función de que lo encuentren más o menos barato. Esto siginifica que no están condicionados como los pobres a realizar sus compras a inicios de mes, lo cual les permite acceder a mayores ofertas.
Emily Badger, autora del artículo sobre la investigación que inspira esta nota, llama la atención sobre el hecho que la pobreza impide que las personas tomen decisiones financieras inteligentes. Una forma de lograr que esto no ocurra sería que los supermercados cambien la fecha de sus ofertas al inicio del mes, con el fin de permitir a los más pobres acceder a los productos a un menor precio. Sin embargo, reconoce que lograr eso sería muy difícil.
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