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Máxima Acuña y Berta Cáceres

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Máxima Acuña recibió esta semana el Premio Ambiental Goldman 2016, el mismo que recibió la hondureña Berta Cáceres, recientemente asesinada.
21 de abril de 2016
Red star
Por qué es importante
Máxima mantiene litigios asociados a su propiedad con la empresa minera que opera en la zona. No obstante, ella ganó su derecho a estar en la zona con un fallo judicial de 2014.

Esta semana Máxima Acuña fue una de las galardonadas con el Premio Ambiental Goldman 2016 de los EE.UU., que reconoce el valor que ha tenido esta abuela peruana que vive en una granja que su marido compró en 1994 en las alturas de Cajamarca, para defender sus tierras y evitar que un proyecto minero convierta unas lagunas en almacenes de residuos.

El portal Co.Exist en su artículo In Many Parts Of The World, Fighting For The Environment Can Be A Deadly Profession, destaca cómo le cambió la vida desde que decidió enfrentarse a la empresa y las cosas que ha tenido que enfrentar ella y su familia a pesar de que tiene un fallo judicial a su favor. Máxima le contó al portal que han mandado a matar a sus perros, han robado sus ovejas, y destruido sus cultivos de papa. Además, vigilan a todo aquel que se acerque a su casa.

El portal le preguntó a Máxima si no tiene miedo después de lo que ocurrió con la hondureña Berta Cáceres que precisamente había ganado el mismo premio el año anterior y fue asesinada recientemente a tiros en su casa. Su respuesta fue que sí y usando un traductor, dijo que lo único que ha hecho es defender sus tierras donde el Estado no llega a defenderla.

Dicen que nadie es profeta en su tierra, y a Máxima le calza bien ese dicho porque hay mucha gente que defiende a la empresa y señala que Acuña no tiene la razón, que es una falsa mártir creada por los rojos y que la tierra es de la empresa a la que se la vendió la comunidad.

Más allá de la discusión legal que está de por medio en este caso, y que debe ser escuchada, lo cierto es que hay un tema relacionado con la seguridad de Máxima que debe ser resuelto, para que el Perú no tenga una Berta Cáceres.

Por lo pronto, todo parece indicar que ni el premio que ha obtenido le servirá para sentirse más segura. Incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha pedido al gobierno de Perú a tomar medidas de precaución para proteger su seguridad, pero hasta la fecha las patrullas solo se han enviado esporádicamente, debido a lo alejada de la zona donde se encuentra su vivienda.

Hay que hacer votos para que la discusión jurídica que gira alrededor de las tierras aledañas a la zona donde habita Máxima Acuña se resuelva como corresponde, con la debida objetividad y sin despreciar ninguno de los argumentos de las partes.

Mientras eso no ocurra, la causa de Máxima no debe ser teñida de colores para deslegitimarla.