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Una vida sin olor

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El sentido del olfato puede ser a veces subestimado porque se desconoce que el sentido del sabor se basa en el olor y que ambos son interdependientes.
21 de octubre de 2016
Red star
Por qué es importante
Para oler, las personas necesitan de neuronas receptoras olfativas, ya que entran en contacto directo con el aire y pasan de la nariz al cerebro.

 

El sentido del olfato puede ser a veces subestimado porque se desconoce que el sentido del sabor se basa en el olor y que ambos son interdependientes.

Un reciente artículo de NPR titulado With No Sense Of Smell, The World Can Be A Grayer, Scarier Place, presenta el caso de Nisha Pradhan, donde reflexiona sobre lo crucial que es el sentido del olfato en nuestras vidas.

Pradhan, de 21 años de edad, sufre de anosmia y esto la hace sentir insegura. No puede notar si la leche ha expirado, si algo se está quemando o si hay una fuga de gas. Ahora que busca independizarse, la posibilidad de vivir sola le preocupa.

La anosmia congénita, lo cual significa haber nacido sin el sentido del olfato, es una condición poco común. No hay un estimado confiable de cuántas personas viven con este impedimento. Por otro lado, la pérdida de este sentido de manera adquirida es más común. Esta puede ser una pérdida total o una reducción parcial de la capacidad del olfato, conocido como hiposmia.

Pradhan piensa que nació con anosmia, ya que cuando era pequeña le gustaba comer, pero luego perdió el interés. Reforzando esta idea, Beverly Cowart, investigadora del Monell Chemical Senses Center en Philadelphia, explica que lo primero que una persona percibe cuando tiene un problema olfativo es que la comida ya no tiene buen sabor, debido a que ambos sentidos son interdependientes.

Para Cowart, uno puede aún sentir ciertos sabores básicos, como el dulce, lo salado, lo amargo, entre otros. Sin embargo, lo que se pierde son las sutiles distinciones, como el poder diferenciar el chocolate de la vainilla. Esto puede convertir a la alimentación en una experiencia bastante insatisfactoria para un anósmico. No hay diferencias entre las variedades de platos, la persona no logra llenarse y las conversaciones sobre comidas tienden a aislar a la persona por no poder participar.

Para oler, las personas necesitan de neuronas receptoras olfativas, ya que entran en contacto directo con el aire y pasan de la nariz al cerebro mediante una estructura en forma de panal, llamada placa cribiforme. Las neuronas pueden ser dañadas mediante algún golpe en la placa cribiforme, la inhalación de sustancias tóxicas, algunos virus y el envejecimiento.

Sin embargo, Pradhan aún disfruta de cocinar e incluso maneja un blog de cocina, llamado “Anosmic Chef”. Sus platos favoritos son los que contienen algún ingrediente picante ya que para saborear, además del olor y el gusto, también ocurre una irritación quimiosensorial. Esta incluye sensaciones de calor, frío y aspereza.

Otra preocupación para Pradhan es cómo la anosmia ha afectado a su memoria, ya que una persona suele relacionar recuerdos pasados a ciertos olores percibidos. Esto se debe a que, cuando uno huele algo, esto hace que se genere una respuesta en el sistema límbico, la parte emocional del cerebro. Por lo que, sin este sentido, tampoco se logra pensar sobre el suceso, y por consiguiente, no se crea un recuerdo.

Lamentablemente, no existe aún una cura para la anosmia congénita. La inflamación o el bloqueo nasal que puede causar una pérdida del olfato son tratables, pero solo si el daño no es muy grave. Existen propuestas como un “entrenamiento olfativo”, así como el estudio de células madre para la creación de nuevas neuronas olfativas. Sin embargo, las investigaciones son aún muy pocas y desatendidas debido a la subestimación que se tiene hacia este sentido.

A Pradhan solo le queda revisar el doble de veces la estufa y las alarmas de incendio, para sentirse segura cuando esté sola.