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Las tablets y sus límites
Cuando hay cada vez más estudios que plantean la necesidad de prohibir a los más pequeños el uso de tabletas o smartphones, hay que pensar que puede ser por algo. Un reciente artículo de The Wall Street Journal, titulado Banning Tablets is best for children, reflexiona sobre lo importante que puede llegar a ser restringir el tiempo que los niños pasan frente a una pantalla y la necesidad de que los padres sean consistentes con esas prohibiciones.
Precisamente, la American Academy of Pediatrics han recomendado que los niños menores de 18 meses no estén expuestos a ningún tipo de pantalla. Por su parte, aquellos que tienen edades que fluctúan entre 2 y 5 años, deben estar frente a una pantalla máximo una hora diaria. Para los mayores no se sugieren límites pero si se plantea lo positivo que resulta de evitar el uso de pantallas en dos momentos: antes de acostarse y cuando desplaza otras actividades saludables.
Estos planteamientos resultan consistentes con lo que ocurre cuando se restringe el uso de pantallas: los niños se vuelven menos irritables, más sensibles y felices.
El problema es que muchas veces los padres no podemos controlar el tiempo que pasan los hijos frente a una pantalla. Y lo peor, es que en la mayor parte de casos nos refugiamos en estas para tener a los niños ocupados. Solo para tener una idea de la dimensión que está alcanzando el problema, en los EE.UU. los niños de 2 a 11 años miran un promedio de 4 horas y media al día de la programación grabada.
El resultado es más niños obesos y con trastornos de atención.
Por ahora, los estudios no son concluyentes, pero hay una cosa en la que la mayoría coincide: los efectos de las pantallas en los niños pequeños dependen de lo que están viendo y el nivel de consumo pasivo.
Así que lo mejor que pueden hacer los padres es atender lo que los niños están haciendo.
El director del Center for Child Health, de Seatle, Dimitri Christakis, advierte que el exceso de exposición a las pantallas puede reducir la capacidad de atención y eso incrementa los potenciales problemas en la escuela.
Además, en la medida que los pequeños crecen, el tiempo frente a una campaña puede afectar el sueño, provocar problemas en la escuela y en el rendimiento de la memoria.
Por eso, si ya estás decidido a restringir la exposición a las pantallas, hay que saber dar el ejemplo. Y es que debería existir una regla que diga que cuando los padres están con los hijos, tienen que evitar las redes sociales y el correo electrónico.
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