HISTORIAS
El arquitecto de las viviendas incrementales para los pobres
Alejandro Aravena es un arquitecto chileno de 48 años, a quien se le ha otorgado recientemente el Premio Pritzker de Arquitectura, todo un honor porque se trata del Premio más prestigioso en lo que arquitectura se refiere y porque normalmente suele ser entregado a una vida de trabajo en este rubro y Aravena aún tiene mucho camino por recorrer.
Sin embargo, como se ha señalado, ha sido un reconocimiento a un trabajo enfocado en el interés público y social, incluyendo casas, espacios públicos, infraestructura y transporte.
Aravena con su empresa ELEMENTAL, ha construido obras en Chile, Estados Unidos, México, China y Suiza, entre las que destacan espacios públicos y proyectos con fines educativos para colegios y universidades.
Una de sus obras más conocidas es la de las Torres Siamesas construida para la Pontificia Universidad Católica de Santiago porque el pedido presentaba un problema, en la medida que le pidieron un cuerpo de cristal en una ciudad cuya temperatura genera un efecto invernadero.
Por ello, construyó una especie de armazón de vidrio y dentro otro cuerpo con el mismo material, permitiendo que el aire fluya entre ambos y eliminando este problema.
También estuvo a cargo del Parque Bicentenario de la Infancia, creado para celebrar los 200 años de Chile. Dado que este fue construido en la ladera de un cerro, usó todos los obstáculos en beneficio de quienes estaba dirigido el parque: los niños. Hizo toboganes, columpios, casas en el árbol, un bosque de esferas de agua y otras cosas más.
Sin embargo, lo que terminó por mostrar su talento a nivel de la máxima expresión son aquellas obras que ha hecho para ayudar a los más pobres y desposeídos.
A él se debe la creación de las llamadas viviendas incrementales que solucionaron un problema en Chile hace más de 10 años.
El problema era el siguiente: el gobierno chileno no sabía dónde albergar a 100 familias que durante los últimos 30 años habían ocupado un territorio de forma ilegal en el centro de Iquique. Por ello, a Aravena se le ocurrió construir casas por la mitad o una casa que no estuviera terminada, aplicando el principio de incrementalidad. Les dejaba espacios vacíos para que los ocupantes pudieran completarlas según sus propias necesidades, o dejaba un espacio libre entre cada casa para permitir la posibilidad de que se expandan.
En el anuncio del premio, el jurado lo califica como “un arquitecto que profundiza en la comprensión de lo que es un gran diseño, que ha sido pionero en una práctica colaborativa que produce proyectos poderosos de arquitectura y que también aborda desafíos claves del siglo XXI.”
Enhorabuena para quien ha usado su talento para generar bienestar.
Rossana Herrera - 15/01 14:06:14
Milagros Castillo - 02/02 18:00:43
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