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El impacto ambiental de la moda rápida
En los últimos años se ha formado una importante conciencia entre las personas respecto al impacto que tiene en el medio ambiente el consumo de ciertos productos. Es así que muchos han optado por alimentarse con productos orgánicos que no usen pesticidas ni demás químicos,y otros prefieren conducir una bicicleta o usar transporte público en lugar de un auto particular.
Sin embargo, pocos han notado que algo tan simple y necesario como vestirse es extremadamente contaminante. La industria textil es la segunda en niveles de polución medioambiental, solo detrás de la industria del petróleo. Esto se debe, en parte, a que para la producción de la ropa y el calzado se usan grandes cantidades de químicos, además de que las grandes fábricas emiten toneladas de gases. Todo esto se magnifica cuando se toma en cuenta que actualmente las personas renuevan sus armarios más frecuentemente de lo necesario, afirma BBC en su artículo “¿Sabes cuál es la industria más contaminante después de la del petróleo?”, sobre el que se inspira esta nota.
El problema comienza con los materiales que se usan para la fabricación de las prendas de vestir. El poliéster es la fibra más empleada en esta industria y una prenda fabricada con ella puede tardar más de 200 años en descomponerse. Así mismo, materiales artificiales como el rayón requieren de celulosa, la cual es extraída de aproximadamente 70 millones de árboles talados cada año.
Por otro lado, aunque muchos piensen que las fibras naturales como el algodón son ecológicas, esto no es cierto. El algodón es el que más plaguicidas requiere para su cultivo, lo cual afecta seriamente la tierra y el agua. Incluso si es orgánico, la cantidad de agua que se usa para la producción de un polo y un par de jeans de algodón puede alcanzar los 5 mil galones.
Pocos se atreverían a negar que el consumismo se ha enraizado tanto en la sociedad actual que las personas consideran una necesidad adquirir nuevas prendas de vestir de manera regular. Ya sea con el fin de estar a la moda o simplemente porque se cree que la ropa que se tiene ya está desgastada, las personas compran y desechan a niveles nunca antes registrados.
Los expertos calculan que una prenda que es usada menos de 5 veces y desechada produce más de 400% de emisiones de carbono que una que se usa al menos 50 veces y se conserva por un año. A pesar de las evidencias, la cultura de la “moda rápida” empuja a las personas a seguir el primer patrón más que el segundo.
Ante la terrible realidad de la industria textil y su impacto medioambiental, un grupo de hermanos argentinos crearon una empresa dedicada a la producción de prendas de vestir sostenibles, llamada Industry of All Nations (IOAN). Si bien su modelo de negocio demanda gastos elevados y no podría funcionar a un nivel macro pues no es una firma industrializada, si más empresas se comprometieran a producir prendas sostenibles quizá sería posible atender a una importante parte de la demanda. De esta forma se recortaría la participación de marcas de fabricación masiva en pro del medio ambiente.
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