TENDENCIAS
Los empleados dejan a los jefes, no a las empresas
Muchos jefes se quejan de que sus mejores empleados renuncian y se van de la empresa. Este problema es costoso para la empresa y pone en aprietos la continuidad de sus operaciones. Estos jefes tienden a culpar por la alta rotación de personal que experimentan a diferentes factores, incluso a los mismos empleados que se van, como si todos estos se hubieran puesto de acuerdo. Es más fácil buscar responsables en el exterior, pero lo cierto es que las personas no dejan sus trabajos sino a sus jefes.
Si una empresa quiere mantener a sus mejores empleados, debe preocuparse por la forma en que sus jefes tratan a sus empleados. Un empleado talentoso puede ser el más resiliente del mundo, pero su talento le proporciona muchas otras oportunidades. La concepción de que el empleado es una pieza de maquinaria reemplazable puede estar embebida en la política de la empresa, pero si esta desea mantener a sus mejores empleados, entonces debe tener cuidado con lo que hacen sus jefes. De acuerdo con un artículo en Entrepreneur, estas son las peores cosas que hacen los jefes por las cuales sus mejores empleados dejan la empresa:
1. Sobrecargan a sus empleados. Una de las principales causas de burnout entre los empleados es la sobrecarga laboral. Los jefes frecuentemente se ven tentados a ir por el camino fácil y exprimir a sus mejores empleados. A consecuencia de esta política, los buenos empleados sienten como si estuvieran siendo castigados por su buen desempeño, en lugar de ser recompensados. Por otro lado, sobrecargar a los empleados es contraproducente: de acuerdo con un estudio, la productividad por hora disminuye drásticamente cuando la semana laboral excede las 50 horas. Si los empleados trabajan más de 55 horas a la semana, la productividad cae al extremo de que no se produce nada en aquel exceso de horas.
Si la empresa se ve en la necesidad de incrementar el trabajo que producen sus empleados, entonces también debería mejorar su status. Los empleados talentosos pueden aceptar mayores cargas de trabajo, pero no permanecerán mucho tiempo en la empresa si el trabajo los abruma en el proceso. Un incremento en la carga laboral debería ir acompañado de aumentos, promociones y renombramiento de posiciones. Los jefes que incrementan la carga laboral a sus empleados por el simple hecho de que estos son talentosos se exponen a que estos busquen un nuevo trabajo que les otorgue lo que se merecen.
2. No reconocen las contribuciones y no recompensar el buen trabajo. Muchos jefes se ven tentados a ignorar el poder del reconocimiento, en especial con los empleados que tienen el mejor desempeño, los cuales están motivados intrínsecamente. A todas las personas les gusta sentirse reconocidas, en especial aquellas que trabajan duro y dan todo de sí. Los jefes deben comunicarse con sus empleados y descubrir aquello que les hace sentir bien y brindárselo por su buen trabajo. Si el jefe está haciendo bien las cosas, el reconocimiento será frecuente. Desde luego, los empleados tienen diferentes motivaciones: a algunos les motiva un reconocimiento público, mientras que a otros les motiva más un incremento en su salario (incluso si solo lo está nivelando con el promedio del mercado).
3. No se preocupan por sus empleados. Debido a que muchas personas dejan su empleo debido a su relación con su jefe, sería inteligente para una empresa asegurarse de que sus jefes sepan balancear el profesionalismo con saber comportarse como un ser humano. No es muy difícil para el jefe celebrar el éxito de un empleado, empatizar con aquellos que pasan por dificultades y retar a las personas. Aquellos jefes que no se preocupan por sus empleados no deberían estar sorprendidos por verse afectados por altos niveles de rotación del personal. Nadie debería trabajar más de ocho horas al día en un entorno laboral que no los involucra personalmente y no se preocupa por nada más que su tasa de producción.
4. No honran sus compromisos. Cuando un jefe hace una promesa a sus empleados, su cumplimiento o no puede determinar la alegría de estos o su renuncia de la empresa. Cuando el jefe cumple su promesa, crece ante los ojos de sus empleados porque demuestra ser confiable y honorable. Sin embargo, cuando el jefe ignora su compromiso, será visto como indiferente e irrespetuoso. Además, su mal ejemplo sienta un precedente: si el jefe no honra sus compromisos, ¿por qué los empleados deberían hacerlo?
5. Contratan y promueven a las personas equivocadas. Los empleados que trabajan mejor y con más ahínco desean trabajar con profesionales de similar mentalidad. Cuando el jefe no se da el trabajo de contratar buenas personas, esto desmotiva a aquellos que vienen trabajando con él desde hace tiempo. Peor aún es promover a las personas equivocadas. Para un empleado que se parte el lomo en el trabajo, no hay peor insulto que la promoción que él esperaba sea otorgada a otra persona que no realizó el mismo esfuerzo. El jefe involucrado en estas prácticas no debería sorprenderse de que sus mejores empleados se vayan.
6. No permiten a sus empleados seguir sus pasiones. Los empleados talentosos tienen algo que les apasiona, y cuando tienen oportunidades para desarrollar sus intereses mejoran su productividad y su satisfacción con el trabajo. Sin embargo, muchos jefes siguen trabajando como si estuvieran en la época de Taylor y temen que la productividad se vea afectada si permiten que sus empleados expandan su enfoque y sigan sus intereses. Sin embargo, ya se ha demostrado que aquellos empleados que pueden desarrollar sus intereses experimentan un estado mental eufórico que les permite ser mucho más productivos.
7. No desarrollan sus habilidades personales. Las excusas más frecuentes de los jefes con respecto a por qué no son atentos con sus empleados involucran los términos “confianza”, “autonomía” y “empoderamiento”, entre otros. Sin embargo, un buen jefe debe gestionar sin importarle cuán talentosos sea su empleados, prestar atención, escuchar constantemente y brindar retroalimentación. Cuando un jefe identifica un empleado talentoso, es su deber encontrar áreas en las cuales este puede mejorar para expandir sus competencias. Los empleados más talentosos desean retroalimentación, con mayor frecuencia que los que no lo son, y el jefe debe proporcionársela. De lo contrario, los mejores empleados se volverán aburridos y displicentes.
8. No aprovechan la creatividad de los empleados. Los empleados más talentosos están comprometidos con la mejora continua, y siempre quieren mejorarlo todo. Si el jefe les restringe la capacidad de cambiar y mejorar las cosas debido a que prefiere el statu quo, entonces estos empleados terminarán odiando el trabajo. Restringir ese deseo innato de crear no solo limita a los buenos empleados, sino que limita el desempeño de la empresa.
9. No retan intelectualmente a los empleados. Los grandes jefes retan a sus empleados a lograr cosas que parecen inconcebibles. En lugar de plantear simples metas incrementales, proponen metas elevadas (en calidad, no en cantidad) que incentivan a los empleados a salir de sus zonas de confort. Luego, los grandes jefes hacen todo lo que está en su poder para ayudar a sus empleados a tener éxito. Los empleados talentosos e inteligentes prefieren buscar otro trabajo si el que tienen es muy fácil o aburrido y no reta su intelecto.
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