IDEAS
El cerebro como un videojuego
El mundo de la medicina ha avanzado enormemente en los últimos años. Si uno da una mirada al pasado, se sorprenderá al ver cuánto se sabe actualmente, comparado con cuánto se sabía en los primeros tiempos del método científico. Sin embargo, nunca es malo recordar que, por mucho que se haya aprendido, existen cosas que el ser humano aún no se aproxima a poder comprender.
Una de las cosas que entran en esta categoría, es el cerebro. El órgano humano ha sido alabado por la ciencia durante años: un objeto rodeado de misterio y con más capacidades que la computadora más potente de la actualidad. Pero, si bien aún no se entiende cómo funciona el más pequeño de los cerebros, sí existen teorías de cómo entenderlo, afirma el artículo “An old game console could challenge all we know about how the brain works” de ZME Science, sobre el que se inspira esta nota.
La idea que ha prevalecido a lo largo de algunos años, es que, si se produce bases de datos enormes, multimodales y complejas, junto con la ayuda de algoritmos se podría entender cómo funciona el cerebro. En otras palabras, la neurociencia cree que la razón por la cual no se puede comprender este órgano humano, es porque no se tiene las bases de datos necesarias para poder analizarlo. Sin embargo, este pensamiento tiene una falencia importante: no se puede evaluar algo si es que no se sabe qué se desea evaluar.
En otras palabras, por más que se tenga las bases de datos más complejas y completas en la historia de la humanidad, no se puede conseguir nada si es que no se sabe qué hacer con esta herramienta. Con esto en mente, un grupo de científicos decidieron analizar una consola antigua de videojuegos, ya que esta fue construida por seres humanos y se conoce cada pieza del ensamblaje y cómo funciona. El estudio fue publicado en PLOS, con el título “Could a Neuroscientist Understand a Microprocessor?”.
La idea era aplicar técnicas neurológicas para ver si se podía recrear de qué estaba hecha la consola y cómo funcionaba su software. Las técnicas así como los algoritmos utilizados no contaban con los datos que un alumno promedio de ingeniería eléctrica podría poseer. En otras palabras, esperaban que, sin todos los datos, las técnicas y algoritmos descifraran los misterios de un órgano del ser humano.
El estudio sirvió para reforzar la idea de que, sin un horizonte claro, los resultados siempre serán incompletos. La ciencia no puede pretender simplemente entender el cerebro, ya que es demasiado complejo. Parece que, mientras tanto, se tendrá que seguir esperando hasta que la ciencia avance un poco más.
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