PERSONAS
¿Por qué las mujeres prefieren no preguntar en público?
Si Usted es alguien que suele acudir a conferencias u otros eventos donde se presenta algún estudio o investigación, debe haber observado que cuando llega el momento de las preguntas a los expositores o panelistas, la mayoría de manos alzadas para formularlas son de varones.
Claudia Hammond, en un reciente artículo, publicado en la BBC, analiza qué hay detrás de esta renuencia de las mujeres a alzar su mano y plantear sus interrogantes en público. Según su nota, hay varias razones que explicarían esta situación.
Se atraen demasiadas miradas. Según un estudio de Shoshana Jarvis de la Universidad de California Berkeley de 2022, el problema es que la mayoría de veces tomar el micrófono delante de todos implica captar la mirada de todo el auditorio y que esto ocurre incluso frente a audiencias donde hay mujeres profesionales y muy bien preparadas.
Algo similar concluye otro estudio de Alecia Carter de la University College London, que luego de revisar 250 seminarios académicos en 10 países, detecto que las mujeres preguntaban 2.5 veces menos que los hombres.
Si bien en ambos casos, el análisis se basó en el registro de preguntas efectivas, no se incluyó los casos en los que las mujeres pudieran haber levantado la mano, pero el moderador no les concedió el uso de la palabra.
Se hace difícil controlar los nervios, la ansiedad y el temor a equivocarse. De acuerdo al estudio de Carter, las mujeres se sentían menos capaces de hacer una buena pregunta. tenían miedo a malinterpretar el contexto o se sentían intimidadas por el expositor. En esta misma línea están los resultados de Jarvis, que sostiene que las mujeres consultadas sentían mucha ansiedad frente a la posibilidad de preguntar.
También se ha mencionado que los hombres formulan preguntas más concretas y solo una, mientras las mujeres se extienden y formulan varias interrogantes por intervención. Sin embargo, un estudio de Gillian Sandstrom, también citado en la nota, señala que no se encontraron diferencias entre la extensión de las preguntas por género.
Finalmente, también se ha destacado que las mujeres son más “polite” con los expositores.
Más allá de que preguntar o no sea una cuestión voluntaria, Hammond destaca que, en el mundo laboral, hacer preguntas puede contribuir a hacerse notar, aun cuando no siempre sea de forma positiva, dependiendo del contenido de las interrogantes.
Para ello, ayudaría que los moderadores promuevan la participación de las mujeres, y, según, Sandstrom, si la primera pregunta la hace un varón, habrá pocos incentivos para que las siguientes sean de mujeres.
Así que los organizadores de eventos ya saben qué tienen que hacer para promover las intervenciones.
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