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Hacia una mejor fórmula para medir el bienestar
Las Naciones Unidas tenía que estar involucrada para que se empezara a tomar en serio la felicidad como una medida del bienestar de los ciudadanos.
Y es que el Informe Mundial de la Felicidad de 2016, que se presentó en marzo, recoge información interesantísima sobre el nivel de felicidad que tienen los ciudadanos de los distintos países.
En términos generales se puede decir, que no necesariamente los países más ricos son los más felices, por lo que cada vez son más los formadores de políticas públicas que apuestan por cambiar la medida estándar de éxito económico que ha sido siempre el PBI, y optar por indicadores como el de la felicidad.
El ranking evaluó a 156 naciones entre 2013 y 2015, a partir de 6 variables: el PBI real per cápita, la expectativa de vida con buena salud, el hecho de tener a alguien en quien apoyarse, la libertad percibida a la hora de realizar elecciones de vida, la libertad con respecto a la corrupción y la generosidad.
Los resultados dejan mejor a los países escandinavos porque sobre una puntuación de 0 a 10, la lista la encabezan Dinamarca con 7.526 puntos, Suiza (7.509) e Islandia (7.501). Costa Rica (14) y Puerto Rico (15) son los países latinoamericanos mejor situados con 7,087, y 7,039 puntos, respectivamente.
¿Por qué puede ser una mejor medida que el PBI?
Un economista de la Universidad del Sur de California, Richard Easterlin, citado por Quartz, en el artículo “Happiness is the new GDP”, sostiene que medir la felicidad puede ayudar a diseñar mejor las políticas porque se basa en la información de los propios ciudadanos y no en la de los expertos que creen saber qué es mejor para los ciudadanos.
Sin embargo, no todos están de acuerdo con esa tesis porque consideran que la felicidad puede llegar a ser muy subjetiva y eso no contribuye a elaborar políticas públicas sólidas y potables.
No obstante, reconocen que tal y como está el PBI, tampoco está midiendo bien el bienestar de un país, porque no incorpora el nivel de desigualdad, el daño ambiental, el trabajo sin remuneración, entre otros.
Lo bueno que cada vez se observe más este indicador es que cuestiona a quienes creen que el tamaño del PBI es lo que mide qué tan bien o mal está un país o lo bien que están sus ciudadanos.
El mejor ejemplo, países como el Perú, que ha tenido tasas de crecimiento del PBI importantes con tasas de desigualdad también crecientes.
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