Razones para tener un jardín en la casa o el departamento

En 2008, cuando se preveía que la inflación se saldría de su rango meta, el Presidente del Banco Central de Reserva del Perú, Julio Velarde, le sugirió a los ciudadanos más pobres sembrar hortalizas en los techos de sus casas para protegerse de la subida de precios de los alimentos. Los analistas reaccionaron a esta propuesta con críticas e incluso burlas.

Actualmente, crear huertos urbanos, en balcones terrazas y en cualquier tipo de recipientes se ha vuelto una tendencia global que los expertos asocian con las crisis que han sufrido los países, desde los más desarrollados hasta lo más pobres. Ciertamente, por distintas razones, lo cierto es que cada vez más hay más huertos urbanos en las grandes ciudades.

Tessa Evelegh, una periodista y escritora británica publicó un libro titulado, El huerto para principiantes, en el que describe el ciclo vital del cultivo de flores, frutas y verduras. Fiel a su estilo de decir lo complicado de forma sencilla, Tessa recrea los pasos para cultivar insertando fotografías de sus más preciadas producciones y destacando la salud y el sabor como los principales motivos para trabajar la tierra. A eso, le suma la posibilidad de conectar a las personas con la naturaleza.

Para quienes analizan el fenómeno, se trata como de una nueva revolución de la horticultura. En el viejo continente que vivió dos guerras, cultivar jardines y parcelas permitió alimentarse y sobrevivir. Luego, fue asumida como una actividad de personas mayores, y, más recientemente como una respuesta a la crisis económica de personas de distintos perfiles y edades, desde jóvenes, profesionales como Tessa o gente que opta por vidas sanas y con respeto por el medio ambiente, hasta adultos mayores sin experiencia en el campo.

Como resultado de ello, ha surgido una oferta de servicios de enseñanza sobre cómo implementar huertos en espacios pequeños, donde las listas de espera son la muestra palpable de que esta nueva corriente que promueve la horticultura urbana ha llegado para quedarse.

Para algunos puede ser por placer, para otros por el deseo de consumir hortalizas sin insecticidas; o, por un asunto de economía familiar. En cualquier caso, trabajar el suelo también puede liberar la hormona de la felicidad que es la serotonina. Con tantos aspectos positivos, ¿cree Usted que Julio Velarde se equivocó cuando sugirió sembrar hortalizas?