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La brújula biológica de las aves

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Durante mucho tiempo se ha pensado que tienen sentidos especialmente capacitados o partículas de metal en sus narices.
06 de junio de 2016
Red star
Por qué es importante
Los investigadores estudiaron a un ave llamada la aguja colinegra que viaja desde Alaska hasta Nueva Zelanda, cubriendo 7,000 kilómetros, lo cual revela un sentido de orientación avanzadísimo.

Todos saben que los perros son excelentes encontrando cosas o siguiendo pistas para encontrarlas porque usan su olfato y su excelente físico para explorar los lugares más inaccesibles en busca de algo. En el caso de otras especies, el asunto se hace más complicado. Uno de esos casos es el de las aves. Por ejemplo, nadie usaría un pájaro para encontrar algo. Pero independientemente de que no se nos ocurriría, ¿cómo hacen ellos para encontrar a qué lugar preciso del mundo deben migrar?

Durante años, esta duda ha inquietado al mundo científico. Las teorías para explicar cómo se orientan las aves para viajar varían desde capacidades avanzadas de los sentidos, hasta partículas de metal en sus narices. Sin embargo, aún nadie ha encontrado una respuesta precisa.

La teoría más reciente señala que las aves tienen una suerte de GPS biológico, según señala The New Yorker, en un reciente artículo titulado “How do animals keep from getting lost?”.

La idea que está detrás de esta teoría es que los animales migratorios (desde colosales ballenas, hasta pequeñas mariposas) tienen una especie de brújula biológica, la cual los orienta en su camino.

¿Cómo se llegó a esta conclusión?

Los investigadores estudiaron los patrones migratorios de un ave llamada la aguja colinegra que viaja desde Alaska hasta Nueva Zelanda, cubriendo 7,000 kilómetros de un lugar al otro. Si se desviaran unos pocos centímetros durante el camino terminarían en un lugar completamente distinto. Sin embargo, esto no ha sucedido durante años lo que indica un sentido de orientación avanzadísimo.

Los expertos parecen estar convencidos que la respuesta de esto es algo llamado “magnetoreception” (burdamente traducido a recepción magnética). Esta es la habilidad de sentir, aunque sea de forma mínima, las ondas electromagnéticas del planeta.

La teoría suena bien y explicaría cómo es que muchísimos animales parecen seguir un instinto de orientación. El único problema (y la razón por la que no puede ser aun probado) es que los científicos no encuentran la brújula o cuál es el órgano que opera como tal. Por tanto, los expertos creen que se trata de algo mucho más pequeño. Afirman que una sola célula podría dotar de esta habilidad a un animal como la ballena blanca. “Es como buscar una aguja en un pajar”, dice el artículo, aunque en el caso de la ballena sería un pajar gigante.

Todo parece indicar que hacen falta nuevas investigaciones que permitan determinar la respuesta a esta inquietud.