NÚMEROS
Devotos bebedores en El Vaticano
Según The California Wine Institute, la ciudad del Vaticano, con una población de apenas 842 personas, tiene el mayor consumo per cápita de vino en el mundo, sin considerar el vino de misa.
En términos prácticos eso significa 74 litros de vino por año por cada uno de los habitantes de El Vaticano, que es el doble del consumo per cápita de Italia y siete veces el consumo per cápita de los Estados Unidos, según da cuenta un artículo de The Daily Breast titulada Vatican Priests & Nuns Are Drowning In Wine, sobre la cual se basa esta nota.
Inmediatamente cualquiera pudiera pensar que este alto consumo está relacionado con el vino de misa, en la medida que este forma parte de las celebraciones religiosas que se realizan diariamente varias veces en El Vaticano. Sin embargo, tal como advierte el medio de comunicación, un miembro de la propia oficina de protocolo del Vaticano que es citado en el artículo, advirtió que el vino utilizado en ceremonias sacramentales se distribuye en cubas según demanda y no figura en el consumo per cápita.
Esto significa el consumo per cápita que se reflejan en estas cifras no es vino sagrado que se fermenta de forma natural sino vino de mesa de una variedad diferente.
Tal parece que el alto consumo de este último, tiene que ver con la consideración del vino como un elemento típico del banquete mesiánico, el cual estuvo presente en el primer milagro de Jesús en las bodas de Caná, un pasaje bíblico muy conocido durante el cual Jesús salva una boda al convertir el agua en vino.
El propio papa Francisco hace poco, señaló en uno de sus discursos que el agua es necesaria para vivir, pero el vino expresa la abundancia de la fiesta y la alegría de la celebración, por lo que no hay fiesta sin vino. Y tal parece que los vecinos del Vaticano se toman muy en serio esta enseñanza.
¿Quiénes son los habitantes del Vaticano?
De acuerdo a los datos existentes, la mayoría son prelados y monjas en la tercera y cuarta edad que viven en comunidades donde comparten generosamente el vino de misa que muchas veces llega de regalo de parte del papa Francisco a quien distintos viñedos e ilustres visitantes le hacen llegar periódicamente distintos tipos de vino para que luego posteriormente los comparta con todos los habitantes del Vaticano.
Otro dato que podría explicar la cantidad de vinos de la que dispone El Vaticano es que en las audiencias privadas para los productores y sommeliers de El Vaticano, todos llegan con cosechas incluso con el sello papal.
Lo bueno es que los habitantes de El Vaticano tienen una buena cabeza para beber este vino y eso explica que no sea una ciudad llena de borrachos sino solo de devotos bebedores.
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