¿Es el acceso a Internet un derecho fundamental?

Recientemente, las Naciones Unidas ha establecido que el acceso a la Internet debe ser un derecho fundamental al igual que otros derechos reconocidos internacionalmente, según se da cuenta en un artículo de ZME Science, titulado, “Access to Internet is a basic human right, the UN decides”.

Y es que la Internet es una herramienta sumamente poderosa porque democratiza la información que es uno de los bienes más preciados en la sociedad.  Al ser un repositorio de conocimiento, le permite a cualquier persona extraer y consumir todo ese conocimiento -en la mayoría de los casos- de forma gratuita.

Cuanto más restringidas están las libertades de información y de expresión, más relevante resulta este reconocimiento como derecho fundamental. Como se sabe, existen muchos países donde el Estado busca controlar la información a la que tienen acceso los ciudadanos, por lo que resulta importante que Naciones Unidas reconozca el acceso a la Internet como un derecho fundamental, en la medida que esto lo sitúa como una aspiración para los ciudadanos de esos países.

Esta decisión, tampoco ha sido sencilla, porque la petición tiene varios años durante los cuales se ha discutido el derecho a una Internet libre y sin restricciones a la hora de navegar, por lo cual se llevó a votación donde participaron 70 países, entre los cuales Rusia, China y Arabia Saudita votaron en contra.

Esto es comprensible debido a su clima político, pero lo que sorprendió fue que países democráticos como Sudáfrica, Indonesia e India también votaron en contra, aunque a pesar de eso, ganó la opción que reconoce el acceso a la Internet como un derecho fundamental, lo cual la consagra como una aspiración para los países miembros. No obstante, la declaración no puede ser impuesta legalmente.

Lo destacable de la consideración a la que se ha llegado es que sirve como una forma de decirle al mundo lo que se espera que se haga, como una forma de proponer un estándar, más que de imponer un derecho a nivel global. Finalmente, son los países los que deciden libremente seguirlo o ignorarlo.

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