IDEAS
Gusanos: remedio peor que la enfermedad
Moises Velasquez-Manoff, escritor científico de Berkeley (California Estados Unidos) ha sufrido de alopecia areata desde los 11 años. Esta enfermedad ataca los folículos pilosos de la piel en ciertas zonas del cuero cabelludo o la barba, generando pérdida progresiva del cabello. Algunos años atrás, mientras trabajaba en un libro sobre enfermedades autoinmunes, como alergias, asma, enfermedad de Crohn y alopecia, Velasquez-Manoff encontró información sobre personas que empleaban gusanos para curar sus alergias definitivamente y sin efectos secundarios.
Con la esperanza de curar su alopecia y su rinitis alérgica, se introdujo anquilostomas (gusanos que parasitan en el intestino delgado del ser humano y otros animales, alimentándose de su sangre). Sin embargo, los resultados obtenidos no fueron positivos, tal y como relata un artículo de National Public Radio, titulado “Could Worms in your gut cure your allegies?”, sobre el cual se inspira esta nota.
Si bien inicialmente percibió crecimiento de cabello en zonas donde antes no existía y su rinitis alérgica se curó, esto se desvaneció con la rapidez con que llegó y muy pronto volvió a perder cabello y su rinitis volvió. Además, desde que se introdujo los gusanos su organismo ha experimentado efectos secundarios como diarrea y calambres, síntomas que mejoraron algunos meses después, pero no ha vuelto a sentirse completamente sano otra vez. Esto significa que los pocos beneficios no valieron los malestares ocasionados por los gusanos.
Y es que los anquilostomas son gusanos microscópicos que perforan la piel con sus pequeños punzones para anidar dentro de las personas. Cuando ingresan al organismo, los anquilostomas atraviesan la corriente sanguínea desde el corazón hasta los pulmones, donde permanecen por cierto tiempo, para luego llegar al intestino delgado y adherirse a la pared intestinal para absorber algunas gotas de sangre diariamente.
El inmunólogo P’ng Loke de la New York University School of Medicine, señala que una vez en la pared intestinal, los anquilostomas suprimen el sistema inmune de la persona, sin apagarlo por completo, para prevenir ser atacados y eliminados. Esto mantiene el sistema inmune estable, lo cual previene el desarrollo de enfermedades autoinmunes (causadas cuando el sistema inmune ataca las células del propio organismo).
Al igual que Velasquez-Manoff, la compañía farmacéutica Biosciences, inició pruebas en 2011 con los anquilostomas, pero los resultados fueron desalentadores. “La proporción de pacientes que mejoraron con los parásitos no fue diferente a la proporción de pacientes que mejoraron con placebo (sustancia que carece de acción curativa pero produce un efecto terapéutico si el paciente esta convencido de su eficacia)” señala el doctor Stephen Hanauer de Northwestern University Feinberg School of Medicine (Chicago, Estados Unidos), quien formó parte del equipo investigador.
Así que antes de experimentar con este tipo de innovaciones, es mejora esperar los estudios que respalden las mismas.
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