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Los riesgos cibernéticos
Para nadie es un secreto que los riesgos cibernéticos se han convertido en una amenaza para las personas, las empresas y ahora también los gobiernos.
Un artículo del Financial Times, titulado How to manage the new world of cyber risk, da cuenta de que por segunda vez en menos de cuatro meses, se vulneró el ecosistema digital de los EEUU.
En esta oportunidad se trató de hackers rusos que fueron detectados usando software de Solar Winds para penetrar las vulnerabilidades de entidades del gobierno y corporaciones. Y todo indica que lo hicieron explotando debilidades del servidor de correo de Microsoft Exchange.
Más allá de las alegaciones y reclamos a los que ha dado lugar este incidente, lo más importante es que constituye una llamada de atención sobre los problemas de seguridad que se enfrentan y la amenaza de que este tipo de espionaje escale a niveles mayores o más ofensivos.
Cada vez los espías tienen menos reparos o son menos clandestinos y el uso que le dan a la información que obtienen se orienta a muchos públicos objetivos, incluyendo el de la criminalidad.
El alcance de los daños que este tipo de ataque supera cualquier dimensión imaginable porque hoy en día, la Internet de las Cosas permite tener todo conectado: desde la música, la cafetera, la refrigeradora y hasta los ascensores.
Si no se logra frenar y sancionar severamente estos ataques, la vida de las personas está en riesgo de sufrir ciberataques.
Por ello, no se descarta que los gobiernos empiecen a exigir mayores niveles de seguridad, o estándares más altos de estos a todos sus proveedores, los cuales deben ser recogidos en la regulación vigente.
¿Cómo imponerla?
Los expertos señalan que el primer canal de reacción que se debe activar es el diplomático, pero es claro que no es seguro que este esté preparado para atender los problemas que se presentan en el ciberespacio donde es muy fácil eludir o negar responsabilidades usando un sinnúmero de artificios. No obstante, si esto es así, hay que empezar a trabajar en preparar a los diplomáticos para las nuevas formas de guerra que hacia futuro no serán con armas sino con algoritmos.
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