HISTORIAS
Oncólogos piden menos codicia a empresas farmacéuticas
En Estados Unidos se ha escrito mucho e incluso se han hecho películas donde se acusa abiertamente a las grandes compañías farmacéuticas de pagar millones de dólares a los doctores para promover medicamentos. Esto motivó que se impulsara la Physician Payments Sunshine Act que obliga a estas empresas a hacer transparentes los pagos que hacen a los doctores.
Sin embargo, los médicos no siempre sucumben a los conflictos de intereses. También se saben poner del lado de los pacientes. Recientemente, 118 oncólogos de clínicas prestigiadas como la Mayo de Rochester, la de la Universidad de Texas en Houston, del Instituto Dana-Farber de Boston, y de la Universidad de Chicago, acaban de pronunciarse por los altos precios que tienen los medicamentes contra el cáncer y han pedido que se mejore la regulación sobre estos.
Este reclamo fue publicado como editorial en la revista médica de la Clínica Mayo, Mayo Clinic Proceedings, donde si bien algo tarde, los médicos se unen a las voces contra la subida de los precios de los medicamentos con receta que el año pasado fue de 12% en los Estados Unidos. Los médicos son precisamente los que saben qué pasa cuando un tratamiento se interrumpe mientras se lucha contra una enfermedad mortal y por ello este pronunciamiento es tan importante. Por ejemplo, señalan que entre 10% y 20% de los pacientes abandonan los tratamientos porque tienen que decidir entre su vida y el sostenimiento de sus familias.
Y es que el precio medio de los nuevos medicamentos contra el cáncer en los EE.UU. aumentó de cinco a diez veces más en 15 años, a más de USD 100 mil al año en 2012. Cuando incluyen las terapias para el sistema inmunológico del paciente (biofármacos producidos a partir de células de organismos vivos), cuestan unos 150 mil y hasta USD 300 mil dólares por paciente al año dependiendo de la combinación de drogas que receten los médicos.
El hematólogo de la Clínica Mayo y también firmante del reclamo, Ayalew Tefferi, señala que el comunicado busca luchar contra la codicia, la falta de control y de regulación. Por su parte, las farmacéuticas señalan que esos precios obedecen a que con la venta de esos medicamentos se financian nuevas investigaciones para la cura de las enfermedades. No obstante, los críticos cuestionan que los precios que fijan las empresas reflejen el valor de sus costos, las ganancias y la investigación y el desarrollo de los medicamentos.
En el Perú, la historia parece no ser tan distinta, las farmacéuticas buscan perpetuar sus patentes de medicamentos para tratar enfermedades como el cáncer, o denuncian el ingreso de medicinas similares bajo el argumento que son peligrosas. Como consecuencia, los medicamentos de última generación para el tratamiento del cáncer pueden costar USD 2 mil por dosis y los tratamientos pueden requerir 52 dosis.
Un informe del portal OjoPúblico indica que el problema es que el mercado de los biofármacos está concentrado y existiría un abuso de posición dominante. Según dicho informe, las empresas farmacéuticas han usado herramientas legales para bloquear la importación de medicinas biosimilares fabricadas en India o Corea del Sur, bajo el argumento que no han logrado probar la eficacia terapéutica de sus medicamentos y que la Dirección General de Medicamentos y Drogas (DIGEMID) no cuenta con estándares sanitarios para evaluarlos. En este caso, el Estado perdió la batalla y el Reglamento que establecerá estándares sanitarios específicos para los biosimilares sigue sin salir.
Mientras el Estado aprueba dicha norma, los enfermos de cáncer que no pueden pagar el costo de sus tratamientos, solo esperan el final de sus días.
Ojalá los oncólogos peruanos también se pronunciasen como lo han hecho los médicos estadounidenses. Ellos son testigos de los dilemas que enfrentan sus pacientes todos los días al decidir entre su vida y el sostenimiento de sus familias.
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