¿Son superiores los economistas?

01 de abril de 2015
  • Los economistas perciben a la economía como la ciencia social más "científica".
  • Son los que más ganan de los científicos sociales y quienes más oportunidades suelen tener para generar ingresos. Además, suelen ser convocados para plantear soluciones a problemas multidimensionales que afectan a millones de personas.
  • Sin embargo, son los profesionales que menos se apoyan en el conocimiento de otras disciplinas, que menos flexibilidad permiten en sus métodos de investigación y, además, quienes más se suelen equivocar.

Foto: https://newcognitron.files.wordpress.com

Según un estudio publicado en 2005 en el Journal of Economic Perspectives y titulado "The making of an economist redux", 77% de los economistas de 7 de las mejores universidades del mundo (Chicago, Columbia, Harvard, MIT, Stanford, Yale y Princeton) señalaban que la economía era la ciencia social más científica de todas. Quizás por ello es que la economía es la única ciencia social que tiene asignado un "Premio Nobel" y quizás por ello, en promedio, los economistas ganan más y tienen mejores prospectos de carrera que los médicos y los matemáticos. En este contexto, no es de sorprender que la suerte de los economistas sea envidiada por muchos, pues además, los economistas prominentes suelen tener a su disposición grandes oportunidades para obtener ingresos apreciables por sus actividades de consultoría, banca de inversión, directorios, entre otros. Se estima que estas actividades complementarias al ejercicio académico de su profesión podrían llegar a representar hasta el 40% de sus ingresos.

Un reciente estudio publicado también en el Journal of Economic Perspectives y titulado "La superioridad de los economistas", resalta algunos aspectos que deberían hacerle pensar dos veces antes de asumir como verdad absoluta las prescripciones proféticas de cualquier gurú de la economía. 

En primer lugar, si bien casi 8 de cada 10 de los economistas señala que la economía es la ciencia social más "científica" de todas, solo 1 de cada 10 es capaz de afirmar categóricamente que los economistas están de acuerdo en los aspectos más fundamentales de cómo se debe manejar la economía de un país. ¿Qué pensaría Usted si es que solo existiera consenso entre 10% de los médicos respecto de cómo tratar la dolencia por la cual están próximo a operarlo?

En segundo lugar, a juzgar por lo que leen y lo que citan en sus publicaciones, los economistas parecerían mostrar señales de arrogancia o desprecio por lo que ignoran. Por ejemplo, de todos los artículos publicados en el American Economic Review, probablemente la revista más importante de la profesión, entre 2000 y 2009, el 40% de las referencias fueron de artículos publicados en otras revistas de economía. Solo 0.3% de las referencias provinieron de revistas de sociología; y 0.8% de revistas de ciencias políticas. Es decir, los economistas, se leen entre ellos y se citan entre ellos. Además, cuando se les pregunta si consideran que el conocimiento interdisciplinario es mejor que el conocimiento obtenido por una sola disciplina, casi 6 de cada 10 responden que no. Cuando se le hace esta misma pregunta a un sociólogo o politólogo, las respuestas son totalmente opuestas. Este grupo de profesionales parecen ver lo multidisciplinario con más agrado que los economistas. ¿Cómo pueden los economistas entonces tratar de lanzar prescripciones respecto de aspectos tan complejos como las reacciones de agentes económicos que no cumplen con sus supuestos de racionalidad, con lo impredecible de la política y las tensiones culturales propias de la diversidad de los países, si ni siquiera están dispuestos a informarse un poco al respecto?

En tercer lugar, precisamente porque les va tan bien económicamente, la falta de independencia de los economistas suele estar cada vez más en discusión. Así como lo mostró la película Inside Job, mientras más se acerque al mundo de los negocios, la agenda de los economistas está más condicionada, así como sus conclusiones y recomendaciones. Por eso es que resulta tan importante que cuando escuche a un economista comentar sobre cómo debe regularse o o simplificarse la regulación de un sector económico; o dar su opinión sobre alguna práctica empresarial, lo primero que debe preguntarse es si este profesional es cliente, director o consejero, o ha recibido algún tipo de honorario del sector o la empresa cuya acción o potencial regulación está comentando. ¿Es posible creerle a ciegas a un economista pagado por un gremio la crítica a una regulación del Estado al sector que asesora?

Dicho todo esto, vale la pena resaltar que en todas las profesiones, no solo la economía, hay mentes brillantes y reconocidas, esforzados héroes anónimos, parásitos y falsos profetas. Los estudios recientes, sin embargo, resaltan que los economistas harían bien en seguir el consejo que John Maynard Keynes escribió en 1931: "Sería espléndido si los economistas consiguieran ser percibidos como profesionales humildes y competentes como los dentistas". Todavía están lejos de conseguirlo.



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