La nueva apuesta de Coca Cola: el jugo de naranja fresco
Una ola de ataques en la prensa y otra de medidas de políticas públicas para restringir el consumo de bebidas gaseosas viene golpeando a la industria con dureza. Un caso emblemático es la cruzada contra las bebidas gaseosas iniciada por el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que se saldó con la fijación de topes al tamaño de los envases de expendio de gaseosas en Nueva York. Las distintas empresas han hecho notoria su preocupación desplegando toda su maquinaria mediática y de gestión de intereses para mitigar riesgos e intentar contener este aluvión de críticas. Paralelamente, también, algunas empresas como Coca-Cola han tomado acciones que parecen haber reconocido que, lo que dicen algunos expertos podría ser cierto: la era de oro de las bebidas gaseosas estaría llegando a su fin y se estaría abriendo un gran espacio para bebidas de consumo masivo más saludables.
De las 15 marcas de Coca-Cola que individualmente generan por lo menos mil millones de dólares anuales, cuatro son a base de jugo: Minute Maid en el mundo, Simply Orange en los EE.UU., Pulpy Minute Maid en Asia y Del Valle en América Latina.
Coca Cola ha desarrollado toda una ingeniería para obtener un producto de zumo de naranja fresco, buscando alcanzar la mezcla óptima. La receta se ajusta al paladar mundial: ni muy dulce ni muy ácido. Logísticamente, prevén cualquier daño que pudieran tener por problemas climáticos. Como si fuera poco, toda la naranja es utilizada, pues se recicla la cáscara, los granos y la pasta. Su primera planta de jugo, ha tenido, en los últimos años, una inversión aproximada de $114 millones.
Sin la materia prima adecuada, no valdría la pena tanta tecnología. Por ello, tecnifican a los productores para que realicen las mejores prácticas y garanticen que las naranjas que se cultivan cumplan con las estándares especificados por Coca-Cola. Asimismo, utilizan imágenes de satélite para vigilar los cultivos en Brasil, por ejemplo, y así poder pedir a los productores que recojan sus frutos en el momento ideal.
¿Sería posible que los productores de naranja de Amazonas, Junín y Lambayeque se beneficien de esta tendencia? ¿Podría ser Coca-Cola un socio estratégico que capacite a agricultores peruanos? ¿Podríamos pensar en crear un parque industrial en alguna de las regiones productoras donde Coca-Cola o algún competidor suyo–idealmente de capitales peruanos– instale una planta que sirva a América Latina?.