NÚMEROS
Estados Unidos cada vez innova menos
A los estadounidenses les gusta pensar que su país es la cuna de la innovación. Por supuesto que tienen algunas buenas razones para hacerlo: Andrew Carnegie, Henry Ford, Steve Jobs o Mark Zuckerberg son algunos ejemplos del tipo de emprendedores que han surgido en Estados Unidos a lo largo del tiempo.
Sin embargo, a pesar de la existencia de estos excepcionales ejemplos, en los últimos 30 años, la tasa de formación de nuevos negocios en Estados Unidos ha decrecido significativamente. Las cifras hablan por sí solas: en 1978, los nuevos emprendimientos representaban cerca del 15% del total de empresas del país; en 2011, esta cifra se había reducido a 8%. Y no solo eso: por primera vez en tres décadas, el número de negocios que cerraba era mayor que el que iniciaba operaciones.
Es decir, en Estados Unidos, el sector empresarial está cada vez más dominado por empresas consideradas maduras (con una antigüedad de por lo menos 16 años): en 1992, solo 23% de empresas superaban esta antigüedad; en 2011, esta cifra se elevó a 34%. Esta característica incluso se aprecia en la industria considerada más innovadora en Estados Unidos: la tecnológica.
Estos resultados son sorprendentes para un país como Estados Unidos, especialmente en un contexto en que precisamente gracias a la tecnología cada vez es más fácil abrir y expandir un negocio.
Para algunos expertos como Robert Litan, este hecho es un peligro pues los cambios que transforman las industrias no suelen venir de las empresas establecidas sino de aquellas que no tienen nada que perder. Las empresas con mayor antigüedad, al igual que las personas de mayor edad, son menos proclives a tomar riesgos y por lo general son también más burocráticas. En opinión de Litan, Estados Unidos necesita recuperar el tiempo perdido en materia de promoción de la innovación o corre el riesgo de perder el liderazgo económico mundial. Para hacerlo propone concentrarse en la simplificación de la regulación en tres frentes importantes:
Las leyes de inmigración para que el país pueda cada vez atraer más talento. Las regulaciones para que inversionistas pequeños inviertan en nuevos emprendimientos. Las regulaciones en general, a través de una provisión que disponga que cada 10 o 15 años se forme una comisión en el Congreso que derogue las normas cuyo costo haya superado su beneficio.Más innovación, sin embargo, no resuelve todos los problemas de un país, advierte Litan. Muchas veces, esta genera nuevos problemas. Por ejemplo, cuando Facebook compró Whatsapp en 2014 por USD 19 mil millones, esta solo contaba con 55 trabajadores. Algo similar ocurrió cuando esta misma empresa compró Instagram en 2012 por USD 1 mil millones. En ese momento, Instragram solo tenía 13 empleados. Es decir, la innovación también puede generar poco empleo (o incluso destruirlo) y alimentar la desigualdad en el país. Por eso es que las políticas de promoción de la innovación no pueden implementarse de manera aislada sino que deben ir a la par con otras políticas de Estado que promuevan mejoras en la productividad de la fuerza laboral como las reformas educativas.
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