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Las sanguijuelas y la resistencia a los antibióticos

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Cada año en los Estados Unidos, al menos 2 millones de personas se infectan de bacterias resistentes a los antibióticos.
05 de febrero de 2016
Red star
Por qué es importante
Uno de los métodos usados en el pasado fue atacar las infecciones con yodo, bromo y mercurio, pero los efectos secundarios que estos generaban podrían ser peores que la dolencia que curaban.

En la antigüedad se usaban muchos métodos para combatir enfermedades, algunos de los cuales eran efectivos para algunos casos, pero hoy ya no son utilizados debido al avance de la ciencia. Una interesante nota en Quartz da cuenta de algunas de las prácticas del pasado que sirvieron durante mucho tiempo para salvar vidas y cómo la resistencia a los antibióticos podría obligar a volver a ellas.

Uno de los más conocidos era la flebotomía. Esta se basaba en una antigua teoría que decía que cuatro fluidos dentro del cuerpo debían mantenerse en constante balance o de lo contrario la persona se enfermaría. Una infección indicaba que había un exceso de sangre en el cuerpo, por lo cual se recurría a alguno de estos tres métodos: La incisión era uno de los más comunes. Como su nombre lo indica se cortaba una vena o una arteria y se dejaba sangrar hasta encontrar el balance. Otra forma era el llamado cupping en el que se ponía copas calientes en la piel las cuales generaban un vacío, creando pequeños sangrados internos. Por último, el uso de sanguijuelas era muy común también. Si bien la flebotomía suena poco convencional y hasta barbárico, lo cierto es que en cierta medida, funcionaba. Esto se debe a que las bacterias requieren de hierro para crecer en las primeras etapas, y al sacar sangre se saca gran parte del hierro del cuerpo.

Otro método antiguo era el uso de compuestos químicos. Este método consistía en usar yodo, bromo y mercurio para tratar las infecciones y la gangrena. Sin embargo, si bien se decía que podía curar el mal que aquejaba al paciente, entre los efectos secundarios se encontraban: daños extensos a la piel, al riñón, al cerebro e incluso, la muerte.

Otro método también extendido era el uso de plantas y otros productos naturales. Esto explica como la Quinina y la Artemisina llegaron a ser utilizadas para combatir la malaria, o se haya recurrido a la miel para deshidratar a las bacterias y reducir el oxígeno hasta matarlas.

Sin embargo, con el desarrollo de la ciencia médica, surgieron los antibióticos que han permitido luchar contra una gran cantidad de bacterias y evitar muchas muertes. El problema ahora es que las personas están abusando de estos, lo que está generando que cada vez sus organismos se vuelvan más resistentes a una infinidad de bacterias.

Para tener una idea del problema, basta con saber que cada año en los Estados Unidos al menos 2 millones de personas se infectan de bacterias resistentes a los antibióticos y al menos 23 mil de estas mueren.

Si no se hace nada para evitar que esto ocurra, hacia futuro habrá que volver a mirar a las sanguijuelas como alternativa para tratar ciertas dolencias.