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Las consecuencias de Brexit
Hace unos días, Ana Palacio, exministra de Asuntos Exteriores de España y ex primera vicepresidenta del Banco Mundial, que además es miembro del Consejo de Estado de España, conferenciante invitada de la Universidad Georgetown y miembro del Consejo de la Agenda Global del Foro Económico Mundial, publicó en Project Sindicate una completa nota sobre las consecuencias del Brexit.
El Brexit es lo que se conoce como la potencial salida de Reino Unido de la Unión Europea como resultado del próximo referéndum que se realizará este año en dicho país, aunque en un inicio estaba previsto para 2017.
Palacio es escéptica respecto a los referéndums en general porque los votantes no se centran en lo que está en juego, y la mejor muestra es que los ingleses están enfrascados en ideas reduccionistas, prejuicios y emociones, en lugar de discutir sobre el impacto que tendría en Escocia, el acuerdo de Belfast o su relación especial con Estados Unidos.
Lo que está en juego no es poco, según señala Palacio:
- La capacidad negociadora en materia comercial y de inversiones con la UE, que representa la mitad del comercio británico, se vería mermada.
- Las negociaciones posteriores a una decisión de retirada serán difíciles, y prolongarían durante años una incertidumbre que tendría costes reales tanto para empresas y ciudadanos.
Pese a ello, quienes apuestan por la salida, señalan que Reino Unido seguirá siendo el centro financiero europeo y que conservará su libre acceso al mercado único con la ventaja que no tendrá las cargas de la libre circulación de trabajadores. Además, será sencillo el acuerdo en temas de competitividad o la racionalización regulatoria.
Sin embargo, estas conclusiones parecen bastante alejadas de la realidad, y el Brexit en realidad crearía caos, volatilidad y un probable aumento de precios para algunos sectores muy vinculados a la Unión Europea, como el alimentario. El profesor Tim Lang, de la Universidad de Londres, afirma que Reino Unido importa el 30% de alimentos de la UE, y esta a la vez es un gran cliente para la agricultura británica.
Dado que la relación comercial quedará en el limbo, se tendrá que negociar un acuerdo y las tarifas que se impondrán a las transacciones, lo cual tomará su tiempo, como también señala Palacio. Algo similar ocurrirá con los países que tienen negociados acuerdos con la comunidad, de los cuales ya no podrá seguir beneficiándose el Reino Unido.
Menos claro está qué pasará con los subsidios que los agricultores y ganaderos reciben como ayuda directa de la UE, y si el gobierno británico seguirá otorgándolos. Nadie parece escuchar la pregunta.
El primer ministro David Cameron no tiene fácil el camino que ha emprendido ese país, y solo queda esperar que se tome una buena decisión sobre el tema. Por su parte los empresarios tienen que hacer escuchar su voz sobre las consecuencias de la decisión, tal como señala The Guardian.
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