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Comer sano es ahora el doble de caro
¿Se ha dado cuenta que comer un ceviche es más caro que una hamburguesa; que comer una ensalada de frutas es más caro que una pizza; o que comer vegetales a la plancha es más caro que varias presas de pollo frito?
Un estudio reciente del Overseas Development Institute realizado en 4 países emergentes (China, Brasil, Corea del Sur y México) prueba que no son ideas suyas solamente sino que se trata de una tendencia que traspasa las fronteras del Perú: en los países analizados, entre 1990 y 2012, el precio de las frutas y vegetales subió 91% (bastante por encima de la inflación) mientras que el precio de alimentos procesados como las comidas preparadas cayó hasta en 20% en términos reales.
Es decir, se hizo más barato comer dulces, golosinas o comida chatarra que frutas o vegetales. Sin embargo, esta no es una tendencia propia solo de países emergentes como los analizados, pues ya en un informe anterior el mismo instituto había encontrado una tendencia similar para países como Estados Unidos y Reino Unido. Aunque le parezca mentira, para el caso de Reino Unido, encontraron que entre 1980 y 2012, mientra el precio de los vegetales se había triplicado, el precio del helado había caído a la mitad.
Los resultados del estudio reseñado son reveladores, especialmente para países como México donde 70% de los adultos tienen sobrepeso o son obesos; o para Brasil donde la prevalencia del sobrepeso y la obesidad se ha duplicado desde los años ochenta.
Con el ritmo frenético del trabajo y las obligaciones, los consumidores difícilmente tienen tiempo a reflexionar sobre sus hábitos nutricionales. Por ejemplo, probablemente los brasileños no se den cuenta de que en promedio hoy consumen el equivalente a 140 Big Macs por año más que en 1999, pues el consumo de comida ultra procesada se ha elevado de 90 kg. por persona a 110 kg. en dicho lapso.
¿Qué hacer ante este escenario? Los gobiernos han comenzado a tratar de atacar un problema que amenaza la salud de la población y genera contingencias fiscales importantes a través de tres tipos de medidas:
- En primer lugar, exigiendo mayor transparencia a las normas de etiquetado.
- En segundo lugar, regulando el tamaño máximo por envase de algunos productos considerados nocivos para la salud.
- En tercer lugar, gravando con impuestos más onerosos a productos poco saludables.
Los expertos señalan que el problema es tan grave que amerita una acción decidida de los gobiernos y que probablemente no exista una medida única que genere los resultados deseados. Una alternativa, por ejemplo, es adoptar como México un impuesto especial para las comidas poco saludables o la bebidas gaseosas. Otra es optar por tasas de IGV diferenciadas y reducidas para las frutas y vegetales, tal como existe en las economías desarrolladas. Sin embargo, incluso estas medidas resultarían insuficientes pues, tal como lo señala el informe, los precios relativos de la comida sana versus la “chatarra” son solo una parte del problema.
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