PERSONAS
El todo o nada no va más en las relaciones
Cuando se produce una infidelidad en una pareja es difícil imaginar que alguien pueda en un primer momento pensar dos veces antes de reaccionar. Normalmente, reacciona tomando el camino de la separación, de la distancia para huir del dolor de la traición, porque detrás del matrimonio está el concepto de monogamia que la mayoría de las personas tienen asociado alrededor del concepto de matrimonio.
Pero qué pasa cuando las estadísticas, tal y como señala una nota de Zosia Bielski en The Globe and Mail, reflejan que la infidelidad está dejando de ser la excepción para convertirse en casi una regla. Ya en 2004, como señala la articulista, un estudio internacional señalaba que el 63% de los hombres y el 45% de las mujeres reconocieron haber sido infieles al menos una vez.
Recientemente, el escándalo de la filtración del portal canadiense de Ashley Madison puso el tema en la mira, porque se identificaron 37 millones de cuentas en todos el mundo de personas que en la mayoría de los casos estaban siendo infieles y buscaban satisfacer todo tipo de deseos fuera de su relación personal.
¿Será que la infidelidad se ha convertido en algo endémico?
Los expertos que se citan en la nota de The Globe and Mail, afirman que lo que está ocurriendo es que ha llegado el momento de reconsiderar la forma cultural en la que procesamos la infidelidad. Dejar el todo o nada, para pasar a ser más realistas acerca del compromiso monógamo a largo plazo que se establece en el matrimonio.
No se puede ser idealistas con todas las amenazas que rodean las relaciones de pareja como los sitios web para cibersexo, el porno digital y las amigas con derechos.
Esto no quiere decir en ningún caso que haya que aceptar la infidelidad, sino solo que hay que repensar la forma en que reaccionamos frente a ella porque no necesariamente en todos los casos, debe ser una sentencia de muerte de una relación, sino que se puede manejar como una señal de alarma.
Por ello, tal como da cuenta la nota, los terapeutas están optando por plantear a las parejas tres opciones: ir hacia la separación que es la más radical, permanecer en el matrimonio sin buscar ayuda, o reconstruir la relación.
No se trata de quedarse juntos por el bien de los hijos, sino porque ambos quieren hacer algo por resolver los problemas que están detrás del distanciamiento que ha llevado a uno u otro a buscar a un tercero.
Otro asunto es el de los reincidentes que no pueden dejar de ser infieles. En esos casos probablemente lo más adecuado sea tomar distancia. Pero si ambos, están afectados por lo ocurrido hay esperanza y lo más adecuado será luchar por la relación.
Cualquiera de los tres caminos será duro, porque son demandantes en trabajo, pero sin duda quedarse para arreglar las cosas, probablemente sea el más desafiante, aunque lo ideal sería no estar en la situación de tener que decidir.
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