IDEAS
El paraíso de la seguridad vial
Si alguien te pregunta si dejarías ir en bicicleta al colegio a tu hijo de cinco años, probablemente tu respuesta sería que de ninguna manera. La justificación de una respuesta tan categórica tiene que ver con el hecho cierto que en nuestro país no existen las condiciones para que eso ocurra porque faltan ciclovías, la gente no respeta las señala de tránsito y menos aún respeta a los ciclistas, entre otros.
Ahora la pregunta es ¿qué tiene que pasar para que se pueda llegar a eso? ¿no es acaso eso una medida del bienestar?
La respuesta esta vez es que sí.
La buena noticia es que no estamos hablando de una película utópica en la que los niños de cinco años transitan por las calles de la ciudad rumbo a sus escuelas, sino de lo que ocurre en Odense, una pequeña ciudad de 200 mil habitantes en Dinamarca. Esta pequeña ciudad tiene 545 kilómetros de carriles de bicicletas separados y 1000 kilómetros de calles, lo que evidencia que tienen una gran cantidad de carriles.
En esta ciudad los niños de cinco años acuden a sus colegios en bicicletas y más bien está mal visto que lleguen en automóviles porque ponen en riesgo a la mayoría que llega en bicicleta. Desde muy temprano, los parques son lugares de enseñanza para que aprendan a dominar los que serán sus vehículos de transporte y, existe un programa especial que les guía por las rutas que se deben tomar para que aprendan a tomar sus propias medidas de seguridad.
Además, la ciudad está planificada para que en las intersecciones importantes, los niños puedan cruzar a través de un túnel o un puente con sus bicicletas o monopatines. De acuerdo al artículo de Fast.CoExist, en el que se basa esta nota, incluso las calles que no tienen ciclovías, son seguras para los niños, lo que ha permitido que hoy en día cuatro de cada cinco niños viajen en monopatín a la escuela.
Esta historia es similar a lo que ocurría a fines de los sesenta en los EE.UU. donde también se ha perdido esa medida de bienestar y de 50% de estudiantes que caminaban o iban en bicicleta a la escuela, se ha pasado solo a 13% de quienes lo hacen.
Por eso, lo que pasa en Odense es inédito, gracias a que la tasa de niños que se han vuelto los dueños de las calles con sus pequeñas bicicletas ha subido a 200% en los últimos 30 años.
Ahora los padres están convencidos que sus hijos son capaces de hacerlo, gracias a que la propia ciudad los anima con programas que fomentan el uso de la bicicleta. Lo más interesante, es que a medida que van creciendo, siguen usándola para otras actividades y ahora incluso se van de paseo en grupos en bicicletas.
Los padres tampoco son ajenos al uso de las bicicletas y dentro del perímetro de la ciudad es un transporte fundamental. Sin embargo, para ellos lo más importante es el esfuerzo que ha hecho la ciudad por recuperar las calles para las personas y tener la certeza de que sus hijos, incluso los más pequeños, pueden transitar en forma segura por ellas.
Estamos tan lejos de lograr eso, que da mucha envidia.
Publicar un comentario