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¿Tecnología para mejorar la productividad?
Ahora que la palabra productividad se ha puesto de toda moda, como en su momento ocurrió con competitividad, sobre la cual todo el mundo hablaba, pero que pocos podían definir, resulta importante tomar nota sobre un nuevo estudio que señala que es necesaria la intervención del Estado para promover la productividad.
Según un artículo de Fastcompany, The Future of Work, Why Government Regulations help Workers Productivity?, sobre el que se inspira esta nota, las naciones desarrolladas pueden lograr impactar en 1% anual la productividad en el trabajo, y en los países menos desarrollados, este porcentaje podría ser el doble.
Para Rober Atkinson, el economista de Information Technology & Innovation Foundation (ITIF) citado en el artículo, hoy en día “es una realidad que naciones desarrolladas y no desarrolladas tienen un problema de productividad que afecta el bienestar económico porque afecta ingresos y salarios per cápita”.
Por ello, para este, no se puede dejar que el mercado resuelva esta circunstancia porque las empresas no podrán (atendiendo a la estructura de tejidos productivos como el peruano con 99% de MyPEs), invertir en aquello que mejora la productividad.
El mejor ejemplo, es que para maximizar la productividad se requiere tecnología y las MyPE no pueden acceder a ella sin apoyo de políticas públicas. Relacionado con este tema está el hecho del temor que se tiene de que el incremento de las inversiones en tecnología, afecte a la fuerza de trabajo, y pueda ser sustituida por esta.
Esta aversión a la tecnología, según Atkinson, lo único que está generando es que se acentúen los niveles de reducción de la productividad. Para este, la tecnología de todos modos sustituirá muchos puestos de trabajo, pero también ocurrirá que podrán hacer mejor su trabajo, gracias a ello, y los que tengan que salir tienen que transitar hacia nuevos puestos de trabajo.
Al respecto, esto último puede ser más sencillo para los países en desarrollo que tienen programas de recolocación o de reinvención para distintos tipos de niveles ocupacionales y profesionales, pero es muy complejo para países latinoamericanos, y eso explica el temor que genera la tendencia creciente hacia el desarrollo de la inteligencia artificial.
Otros expertos consultados en el artículo sugieren que la historia demuestra que el desarrollo tecnológico no ha impactado drásticamente las tasas de desempleo y que el crecimiento de la productividad beneficia a los trabajadores.
Lo más importante es que los gobiernos se decidan a impulsar el crecimiento de la productividad y que sepan hacerlo, porque para lograrlo se necesitan más que normas.
Todo un desafío.
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