HISTORIAS
Para Anaya nada es imposible
En un mundo donde normalmente todo el mundo se queja de todo. Un día es el clima, el siguiente los precios, luego el tráfico, tampoco se olvida de su jefe, de que perdió su equipo, de los políticos, del vecino, y así, la mayor parte del tiempo.
Por eso, cuando conoces historias como la de Anaya, te das cuenta lo tontas que son tus quejas y lo afortunado que eres en comparación con ella.
Y es que la historia de Anaya Ellick es inspiradora porque tiene una fortaleza inmensa para superar la discapacidad con la que nació. Con apenas 7 años acaba de ganar un concurso de escritura, no de un modo literario, sino simplemente de escribir con una herramienta para hacerlo.
Esto es particularmente especial porque Anaya nació sin manos, nos cuenta el artículo de NPR “Born With No Hands, This 7-Year-Old 'Stunned' Judges To Win Penmanship Contest”.
Aun con esa desventaja se inscribió en el concurso y como las bases de este no restringían su participación, Anaya quiso participar porque era su sueño y cuando le preguntaron por qué le gustaba la escritura, ella respondió porque le permitía escribir sobre lo que pensaba.
Sin embargo, su caso entero es una historia de constante superación. Solo para comenzar, Anaya completó el concurso sin usar prótesis o ayuda de ningún tipo. Esto es particularmente excepcional porque sus brazos terminan en muñones, en vez de manos como en el resto de las personas. El resto de su cuerpo está desarrollado de forma completamente normal.
La realidad es que a ella nunca le gustaron las prótesis. El artículo relata que desde una edad temprana, Anaya aprendió cómo agarrar un tenedor para comer y cómo armar torres de bloques prescindiendo de sus manos. Cuando quiso dibujar, aprendió como balancear una crayola y un plumón en sus brazos. A los 5 años de edad dejó las prótesis de lado porque hacían el proceso de dibujar más lento.
Su pasión por el conocimiento la acompañó desde pequeña. Su madre cuenta que suele corregirla a ella y su padre cuando está convencida que están afirmando algo que ella sabe que no es cierto. Incluso cuando van de compras, también comenta a sus padres para qué sirve uno u otro vegetal, dejándolos sin argumentos.
En resumen, Anaya es una niña con unas ganas enormes de comerse al mundo. Acepta su diferencia del resto de las personas y entiende que podría ser una desventaja, pero no está dispuesta a perderse las oportunidades que dan la vida.
Una verdadera historia de superación constante. Así que la próxima vez que tengas ganas de quejarte, recuerda a Anaya.
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