IDEAS
Finanzas para la vida
¿Cuántas veces entras a una tienda por una botella de agua y terminas saliendo con siete productos más que no sabías si necesitabas antes de entrar a la tienda?. Lo mismo ocurre cuando se trata de ropa o estás de paseo en un lucar recóndito donde la tienda de souvenirs vende desde imanes hasta camisetas que compras sabiendo que nunca vas a usar, pero crees que será un buen recuerdo de que estuviste en ese lugar.
Si bien los humanos nos reconocemos como seres lógicos y racionales, creo que es seguro afirmar que muchísimas de nuestras decisiones tienen un altísimo contenido irracional. Desde ropa hasta comida, pasando por mascotas hasta viajes. Hay compras enteras que técnicamente no deberíamos hacer y que, sin embargo, hacemos. Esto nos llena de problemas y más que buscar el porqué de las cosas, deberíamos buscar una forma de evitarlo.
¿Cuál es la respuesta para esto? ¿Clases para adultos? Por supuesto que no. La respuesta, como siempre, son las futuras generaciones. Pero, ¿es posible hacer que niños entiendan los complicadísimos quehaceres de la economía y las finanzas. Al parecer sí, nos cuenta el artículo del Chicago Tribune, “Are you financially smarter than a sixth-grader?”.
La autora del artículo, Gail Marks, cuenta su experiencia siendo jueza de la feria Háblale a tus hijos de dinero (Talk with your kids about Money). Este es un programa diseñado por la Fundación Canadiense para la Educación Económica. En este, se pide a los niños que piensen muchísimo en dinero, que investiguen y que presenten hallazgos a los jueces. Se trata de hacerlo con temas conocidos para que los participantes se sientan familiarizados con los temas que tienen que decidir. Para sorpresa de todos, los estudiantes hicieron una demostración excelente.
Algunos de sus planes incluían cuánto costaría ir a la fiesta de promoción. Las autoras de este proyecto armaron escenarios en los que se gastaría menos y más. Presentaron proyecciones para ver de dónde saldría la plata, y de no conseguirla, soluciones separadas de usar una tarjeta de crédito, por ejemplo. Aconsejaron dejar de lado preferencias, como, por ejemplo, alquilar un vestido en vez de comprar el que se desea. Otros estudiantes armaron escenarios para decidir si comprar o no un perro. Bajo las bases de que uno no simplemente compra y luego ve como mantener a un animal, crearon planes para ver si es óptimo o no hacerlo. Su conclusión fue interesante: si no puedes mantenerlo, no lo compres.
Lo que esto enseña a los niños es a pensar de forma menos sentimental frente a situaciones monetarias y hacerlo de forma más fría y calculadora. Algunos podrán pensar que se les roba su humanidad. Pero entre ver a tu hijo quebrado o viviendo hasta los 35 años en tu casa, creo que todos preferimos la segunda opción. Los críticos creen que lo que han aprendido se les quedará para toda la vida, pero habrá que verlo.
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