IDEAS
Rupturas sin drama
Un reciente artículo del New York Times, de Laura Pritchett denominado No Sound, No Fury, No Marriage llama la atención sobre algo que está sucediendo con muchos matrimonios que es la separación, cuando esas historias que se pensaba que iban a ser para toda la vida, se acaban.
Hay dos aspectos que Pritchett, la autora del artículo que inspira esta nota, destaca a partir de su experiencia personal que describe la forma en que hoy en día se producen las rupturas:
- Es un error pensar que los matrimonios sin discusiones son perfectos, porque estas y las conversaciones en voz alta sobre lo que los miembros de una pareja necesitan individualmente y en conjunto, son parte de la esencia de los matrimonios, y, en algunos casos, son lo que lo mantienen vivo.
- Las rupturas no tienen por qué ser dramaticas, sino que pueden ser manejadas con la misma tolerancia con la que se condujo el matrimonio.
Si bien cada historia es distinta, en un mundo donde las parejas de separan con mayor frecuencia, a diferencia de lo que ocurría antes, cada vez son más los casos, en los cuales las cosas se hacen más que civilizadamente, no solo por los hijos, sino porque la pareja se convence que dejar una relación que los había dejado de enriquecer, inspirar, ilusionar era incluso mejor para sus hijos y para ellos.
Esto explica que el entorno de las parejas muchas veces no se explique porque no hay odio y furia en los nuevos rompimientos. De acuerdo a la autora, eso tiene que ver con que los seres humanos han evolucionado y primero está la estabilidad de los hijos que muchas veces está más garantizada cuando los padres están separados, que cuando están juntos.
El caso que cuenta la autora es el típico de muchos matrimonios que con el paso del tiempo se convierten en relaciones de roommates o compañeros de piso que casi no se hablan porque ya no tienen o a lo mejor nunca tuvieron algo en común, pero sin siquiera discrepancias, porque tampoco discutían.
Precisamente, lo que terminó rompiendo la relación en el testimonio que plantea el artículo es que ninguna de las partes tuvo el valor para decir en voz alta que se estaban perdiendo el uno al otro, que lo que tenían no era suficiente, que necesitaban más de lo que el otro le daba, que querían volver a compartir algo juntos, entre otros.
Pritchett describe que sin darse cuenta con el paso de los años, en lugar de que su matrimonio se encontrara en sus diferencias, estas los habían distanciado y se habían profundizado con el silencio en el que vivían respecto a lo que estaba pasando, hasta que un día se atrevió a plantear la separación y cuando la otra solo atinó a preguntar si estaba segura de la decisión, es que no había marcha atrás.
Así que esta historia deja dos cosas en claro, la importancia de que la pareja hable de sus necesidades y no deje que el silencio los separe, así como la necesidad de que cuando la decisión sobre la separación se haya tomado, la ruptura sea los más civilizada posible.
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